Esto transcurrió en un colegio de monjas, se prohibió a las alumnas asistir con polleras cortas y maquillaje. En reacción comenzaron a aparecer en los baños marcas de besos impresos con pinturas de labios.
Pese a las advertencias de la hermana directora, todas las tardes los espejos y las paredes se llenaban de besos colorados.
La monja ya no sabía qué medida tomar y convocó a los docentes a una reunión. Una profesora de literatura, pidió autorización para tener una charla a solas con un grupo de alumnas. Convocó a varias de diferentes cursos y las llevó hasta el baño. Les explicó de manera muy amable lo difícil que era para el personal de limpieza hacer ese trabajo adicional todos los días.
Todas las alumnas sonreían en silencio. Luego le pidió a una mujer de limpieza que procediera con la tarea, delante de las alumnas.
A continuación, tomó un trapo seco, lo sumergió en un inodoro, lo escurrió y empezó a limpiar las marcas, una por una. Cada tanto, volvía a mojar el trapo en otro excusado para repetir el proceso.
Cuando quedaron brillantes los espejos y ninguna mancha en las paredes, le agradeció a la señora y despidió a las jóvenes con los mejores deseos.
¿Qué creen que ocurrió con la travesura?
No hubo más noticias en los espejos y paredes de la rebeldía de estas jóvenes.
Hacer cambios sobre hábitos y conductas es muy difícil. Sobre todo cuando se trata de personas. En nuestro trabajo de liderar grupos, familias o empresas, el desafío es reemplazar las viejas prédicas repetitivas o amenazadoras por tácticas creativas que nos permitan actuar como educadores, en vez de aprendices.
¿Cuál es la diferencia?
Los educadores encuentran los medios. Siempre hay una forma de que los que aprenden, efectivamente lo hagan.
Los aprendices se basan en el discurso. Afirman: "Lo dije", "Lo expliqué con claridad".
Los educadores buscan el resultado. Los aprendices naufragan con la intención.
En una oportunidad visitaba la Catedral de Buenos Aires con ciudadanos estadounidenses interesados en conocer ese lugar emblemático, origen del actual Papa Jorge Bergoglio. Al salir, compraron unas postales sobre Buenos Aires, pero no encontraban ninguna del Pontífice. El vendedor de diarios, amablemente, se acercó y nos regaló una foto del Papa. Además, comentó que allí compraba el diario todos los días. Mostró el Rosario que le regalara. Todos murmuraban extasiados: Ah…Ohhh!.
Un testigo presencial privilegiado. Además, el hombre nos regaló la conocida anécdota que publicaron muchos diarios del mundo. Cuando Jorge Bergoglio fue nominado Papa, lo llamó por teléfono para despedirse y disculparse porque no podría comprar más el periódico.
Un caso contundente de humildad. Un leading case demoledor sobre compromiso puesto en acción. En la figura de la persona más influyente del mundo.
¿Cuánto vale el ejemplo vivo? Los educadores trascienden con sus acciones, por encima de sus palabras.
Ningún padre, gerente o Papa jamás será olvidado por sus gestos pequeños, en su testimonio trascendente como educador.
Muchas veces a los educadores ni siquiera le hacen falta las palabras.
¿Y tú, eres educador?, cuéntame a [email protected]
