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Contexto lagunero

Parejas con balance trabajo/familia

JUAN MANUEL GONZÁLEZ

Las parejas en las que ambos tienen un empleo remunerado encuentran en esta pandemia un reto aun mayor para balancear trabajo y familia. Las restricciones derivadas han creado situaciones muy volátiles dentro de los hogares poniendo en riesgo aun la paternidad responsable y agobian a los abogados de las áreas de divorcios.

Balancear las demandas de trabajar desde casa agregando al mismo tiempo las responsabilidades domesticas como cocinar, lavar cuidar a los pequeños y ayudarlos en sus labores escolares aumenta la presión en las parejas. Los investigadores han encontrado que la vida en la pandemia ha agravado la brecha existente entre los géneros en el trabajo doméstico y las mujeres son las más insatisfechas con la división del tiempo entre el trabajo remunerado y el no remunerado.

Las parejas que transitan por esta crisis deben negociar -o renegociar- esta división y cómo manejaran los límites de la misma. El libro Research Handbook on Gender and Negotiation -Manual de investigación de Genero y Negociación-, indica que comentando entre si las causas de la tensión y aportando las habilidades de negociación que ambos posean es ya una buena parte de la solución al problema y puede mejorar las relaciones.

Entender las fuerzas en juego. Los conflictos entre el trabajo y la familia aumentan cuando no existe una clara demarcación física entre el trabajo y el hogar. Cuando todos -y hasta el gato- comparten la mesa del comedor, las tareas del trabajo se entrometen en las responsabilidades domesticas y viceversa. Esto crea mayor presión sobre las relaciones y reduce nuestra capacidad de centrarnos en ellas.

Creemos que podemos leer la mente de la pareja. Las relaciones deficientes amplifican la “ilusión de transparencia” y suponemos que nuestra pareja sabe cómo nos sentimos y que comprenden nuestras necesidades. Por ello, no exponemos nuestras necesidades explícitamente, sino que esperamos que nuestra pareja sólo actúe en consecuencia, como si ya supiera, y nos decepcionamos y cuestionamos su compromiso.

La improvisación crea un desequilibrio. Al negociar el trabajo y las responsabilidades domésticas, podemos tratar de resolver el problema de «quién hace qué» utilizando un enfoque apropiado a esta situación que no vaya a favorecer finalmente a un solo miembro de la pareja. Por ejemplo, surge una reunión urgente, y la otra pareja se queda a cargo de los niños, o los víveres se acaban y el menos agotado va a la tienda. El problema de este tipo de enfoque es que, con el tiempo, las necesidades urgentes de uno de los dos reemplazan a las necesidades importantes del otro, y la libertad se convierte en suma cero.

Ponga sus habilidades de negociación a trabajar -y en esto de la negociación, hay que reconocerlo, las mujeres ya vienen cuando nosotros apenas vamos-. Las frustraciones y molestias hay que abordarlas en el momento en que ocurren, si se ignoran crecen y las emociones -sobre todo las de las mujeres-, si se suprimen se intensifican. Si los ruidos que provoca su pareja interrumpen el trabajo suyo, hable de ello antes de gritarle. Las parejas que tratan adversidades grandes y pequeñas como las oportunidades de transformación son más felices y saludables y replantean estos momentos como oportunidades para compartir y comprender mejor las necesidades.

Entienda lo que está en juego. Si bien ser complaciente crea la ilusión de mantener la paz, sólo es beneficioso cuando la importancia de los resultados personales es baja o cuando ponemos mayor importancia en la preservación de las relaciones. En el hogar, los problemas a menudo parecen engañosamente bajos en juego. Quien saque la basura, descargue el lavavajillas o pasee al perro no importa tanto en el día a día, pero si las parejas no satisfacen las demandas del momento en que ambos están cansados y necesitan más tiempo para trabajar, entonces tarde o temprano, ¡algo se va a romper! El desinterés puede ser efectivo en el corto plazo, pero genera una alta dosis de resentimiento en el desempeño laboral, la calidad del tiempo que pasa con sus hijos y su salud mental.

Resiste al juego de la culpa. La crítica y la culpa alimentan los conflictos, cuando estallen las tensiones, evite la tentación de señalar y detenerse en los fracasos y desigualdades del pasado. Centrarse en quién ha hecho más tareas domésticas, ha soportado la peor parte de los cuidados, o ha reclamado más tiempo ininterrumpido para trabajo remunerado o recreación, no resuelve nada. En vez de ello, haga que la resolución de problemas, en lugar de culpar, sea un elemento central de su conversación.

Maximice el valor del intercambio aleatorio de favores. Imagine una situación en la que dos socios se sienten frustrados porque ambos creen que están haciendo algo más que su parte justa de las tareas domésticas y de cuidado. En este caso, acordar el número de horas que cada persona gasta en tareas domésticas, asignar bloques iguales de tiempo para prestar cuidados o asignar tareas específicas a cada pareja puede parecer soluciones obvias, pero no son las mejores. El intercambio aleatorio de favores, aprovechando las diferencias en las preferencias de cada uno, puede ayudarle a determinar el mejor acuerdo posible dado el contexto específico.

Construye un puente. Encontrar una solución que aborde las necesidades más importantes de ambas partes puede ayudar a las parejas a obtener beneficios aún mayores. Para ello, necesitan comprender la fuente de la frustración: por ejemplo, carecen de tiempo de inactividad, se enfrentan a tareas de trabajo abrumadoras o están preocupados de que los niños no estén aprendiendo a través de la escuela virtual. Una vez identificadas estas necesidades subyacentes insatisfechas, los asociados pueden trabajar juntos para reformular el problema y generar planes que los satisfagan.

Una vez que lleguen a una solución, tengan cuidado de declarar «problema resuelto», no es así de sencillo. La implementación de acuerdos siempre revela obstáculos y es necesaria la retroalimentación posterior a la negociación.

Fuente: University of Melbourne, Australia y Vanderbilt University, Estados Unidos.

www.degerencia.com

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