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En Tres Patadas

Moctezuma, el intercambiable y el mensaje

En tres patadas

DIEGO PETERSEN FARAH

Esteban Moctezuma Barragán saldrá de Educación, donde pasó sin pena ni gloria y se va de embajador a Estados Unidos, donde, podemos desde ya apostar, también pasará sin pena ni gloria. No es un problema del personaje, cuya carrera política se ha distinguido por tener grandes puestos con pocos resultados, sino del gobierno que representa.

Moctezuma fue secretario de Gobernación con Zedillo, puesto en el que duró menos de un año. Su renuncia dice que fue por motivos de salud, y efectivamente todos recordamos que tenía un Madrazo Pintado en la cara, pues el entonces gobernador de Tabasco, quien había ganado la elección a López Obrador con un enorme fraude, engañó al secretario prometiéndole que iba a renunciar y no lo hizo, lo que lo dejó chiflando en la loma y con la fama del secretario de Gobernación más débil de la historia (para su desgracia ya ni ese galardón puede presumir pues Olga Sánchez Cordero lo rebasó por la izquierda). Regresó al gabinete de Zedillo como secretario de Desarrollo Social donde tampoco brilló y de ahí brincó a manejar la Fundación Azteca para convertirse en la cara amable del Grupo Salinas Pliego.

Lo suyo no es la rudeza, por el contrario, es un político afable, un operador delicado y fino en toda la extensión de la palabra. Su llegada a la Secretaría de Educación fue leída más como un pago de favores a Ricardo Salinas Pliego y lo mismo es su nombramiento en Washington, pues claramente no tiene el perfil diplomático que se requiere para ese puesto, con mucho el más complejo de los encargos dentro de la diplomacia mexicana.

Qué los políticos son intercambiables, que pueden desempeñar los cargos más diversos, sin importar que estén o no preparados para ello, lo sabemos desde hace mucho. No es un problema de este gobierno sino de la política mexicana en general, pero en la administración de López Obrador es aún más evidente y descarado. Lo que hay que atender no es el nombramiento de Moctezuma Barragán como embajador -la relación con Estados Unidos la seguirá llevando el secretario Marcel Ebrard- sino por qué sale de Educación y quién llega. Para echar para atrás la reforma educativa de Peña se requería alguien que diera la cara a los empresarios que se habían empeñado en ella. Para construir un proyecto de educación distinto, probablemente más ideológico, y para controlar a los sindicatos, particularmente a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) y a las universidades públicas se requiere un perfil más rudo.

Como dice el refrán, que la cuña sea del mismo palo para que apriete en serio. Ahora sí que, parafraseando a McLuhan, el nombre del secretario será el mensaje.

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