A este amigo mío la gente que vive cerca del lago lo considera loco. Todas las mañanas va al muelle con su caña de pescar cuando apenas el Sol se está vistiendo para salir. Pero su sedal no tiene anzuelo: tiene sólo un pequeño flotador rojo que parece jugar con el agua y el viento que lo mueven.
Mi amigo era pescador. Los pescadores, ya se sabe, piensan mucho. Más que ir a pescar van a pensar.
Y un buen día mi amigo pensó que los peces andan muy a gusto allá abajo, y que no tiene caso sacarlos si realmente no los necesitas para tu sustento.
Dejó entonces de pescar. Pero no dejó de ser pescador. Ahora va a pescar ideas, dice. Y de paso pesca también sol claro y aire puro, y pesca un rato de palique con sus compañeros, los pescadores que lo creen loco porque no pone anzuelo en su sedal.
Yo digo que mi amigo no es un loco. Quizá sea un poco extravagante, pero loco no es. Valdría la pena preguntárselo a los peces.
¡Hasta mañana!...