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Romper el techo de cristal

LETICIA BONIFAZ

La reforma que esta semana aprobó el Senado a la estructura y funcionamiento del Poder Judicial incluye, expresamente, la paridad de género. Desde hace una década, al menos, el Poder Judicial Federal ha dado pasos en el sentido de ampliar la participación de las mujeres en las tareas jurisdiccionales. Es, creo, el único lugar en donde a través de encuestas y preguntas directas se detectaron las causas por las que las mujeres no han podido romper el techo de cristal que ha mantenido una proporción del 80% de jueces frente al 20% de juezas y el mismo porcentaje en relación con las magistradas y magistrados.

Los concursos no han sido favorables en número para las mujeres por lo que se buscaron las razones tomando en cuenta que la mayoría de las escuelas de Derecho tienen una matrícula mayoritariamente de mujeres y que hay interés por incorporarse al Poder Judicial.

¿Qué es lo que contribuye a formar el techo de cristal? El estudio arrojó que lo que marca una diferencia entre hombres y mujeres son las responsabilidades de los cuidados en el hogar.

La función reproductiva y los roles asignados a la mujer siguen afectando porque, en algún momento, se les puede presentar la necesaria elección entre familia o trabajo. Esta disyuntiva no la va a tener ningún hombre que siga los roles tradicionales de proveedor.

Así, es la tarea de cuidados la que empieza a afectar el desarrollo profesional de las mujeres. Cuidados en relación con niñas y niños, personas mayores o personas con discapacidad. El cuidado de la casa, la preparación de los alimentos, las tareas escolares, etcétera.

Asimismo, un concurso puede llevar a un cambio de adscripción. El hombre, generalmente, sabe que la decisión va a ser comunicada y da por hecho que la familia va a seguirlo a la nueva sede. En cambio, la mujer sabe que, generalmente, debe haber previamente una ardua labor de convencimiento y que no siempre la pareja va a estar dispuesta a seguirla. Con otro tema adicional: un cambio de adscripción puede romper para la mujer las redes de apoyo en los cuidados, que usualmente están constituidas por madres, suegras, hermanas, cuñadas y vecinas. En el nuevo lugar se tienen que construir nuevas redes para conciliar trabajo y familia.

La otra cuestión tiene que ver con el tiempo de estudio. En la edad universitaria, hombres y mujeres pueden tener el mismo tiempo disponible para estudiar. Una mujer que tiene la total responsabilidad de los cuidados o que solo recibe alguna mínima ayuda, tiene que atender primero la casa y luego sus aspiraciones de ascenso. Después de la jornada laboral y de las extenuantes tareas domésticas, el tiempo que le queda libre, al final de la jornada, puede destinarlo para preparar los exámenes. Un hombre, en cambio, puede, sin culpas, concentrarse exclusivamente en ello.

En consecuencia, un mayor número de juezas y magistradas en el Poder Judicial no solo dependerá de que las abogadas le echen ganas, sino de que se creen mejores condiciones en la institución y de que avancemos en la corresponsabilidad en el sistema de cuidados. Por eso es tan relevante la iniciativa que recientemente fue aprobada en la Cámara de Diputados en esta materia. La igualdad plena entre el hombre y la mujer va a darse cuando estén equilibradas las responsabilidades en los espacios públicos y privados, si no, las mujeres seguimos con un techo de cristal.

Twitter: @leticia_bonifaz

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Escrito en: Editorial Leticia Bonifaz

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