Cuando despertó él todavía estaba ahí
Soñó que había muerto, y en el sueño sintió gran alegría al saber que no vivía ya, que ya no era.
La vida no fue buena con él. Sufrió infinitas penas de alma y continuos quebrantos de cuerpo.
Conoció la pobreza. Supo de la soledad, que es la más triste de todas las pobrezas. Padeció el abandono de los suyos. El único amor que tuvo se volvió por su culpa desamor.
Muchas veces pensó en suicidarse, pero algo lo detuvo siempre, no supo si la religión o el miedo.
Siguió viviendo entonces sin vivir.
Siguió muriendo entonces sin morir.
Aquella noche soñó que había muerto. Se vio a sí mismo metido en un ataúd a cuyo lado ardía una vela. Se percibía olor de flores también muertas, y en el suelo se veía una cruz hecha de cal.
Se alegró. Pero sólo en el sueño había muerto. En la realidad seguía vivo.
Qué desgracia.
Cuando despertó él todavía estaba ahí.
¡Hasta mañana!...