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Encrucijada

No hagas cosas buenas...

ENRIQUE IRAZOQUI

El sábado pasado se celebraron en Torreón las nupcias de un hijo del diputado local y casi seguro candidato a alcalde de Torreón, Marcelo Torres Cofiño.

Por tal motivo se llevó a cabo una celebración en el exclusivo casino Fortana, ubicado al norte de la ciudad, muy cercano a las universidades Iberoamericana, del Valle de México y escuela Carlos Pereyra.

Como era de esperarse en estos tiempos en que casi todo mundo con su dispositivo móvil tiene una cámara de video o fotografía en potencia, rápidamente se propagaron por las redes sociales materiales audiovisuales y fotográficos donde ciertamente se muestra que por la euforia que por la naturaleza de ese tipo de eventos debe prevalecer, ni remotamente se procuró la sana distancia. Vaya, es casi imposible que en un alegre baile de celebración matrimonial los danzantes porten el cubrebocas.

En lo que respecta a la Comarca Lagunera, incluso a todo el estado de Coahuila y de Durango, la pandemia está pasando por sus días más delicados. Con todas la camas llenas en el sector de salud pública y con un supuesto 80 % en lo que respecta a los espacios en el sector público para atender a pacientes de COVID, agregando que noviembre, que todavía no termina, es el mes en que más personas han muerto directa o indirectamente por infección de COVID, las imágenes de la boda del virtual candidato provocaron un escándalo mayúsculo, señalando a Torres Cofiño como un inconsciente, un irresponsable y una sarta de improperios porque se llevó a cabo la boda de su hijo.

El sainete fue de tal magnitud que tanto el gobernador Miguel Ángel Riquelme Solís como el alcalde Jorge Zermeño Infante fueron increpados acerca del tema y particularmente de por qué se permitió que el convite se realizara. El mandatario estatal se limitó a señalar que, de acuerdo con la información que él tenía disponible, se habían observado todos los protocolos de seguridad, como lo es el ingreso de los participantes al recinto portando mascarilla, la toma de temperatura a cada uno de los asistentes para cerciorarse de que no tengan fiebre y la aplicación de gel desinfectante. El presidente Zermeño fue un poco más lejos en su respuesta ante la prensa, y además de coincidir con el gobernador en que se habían observado las reglas de sanidad, al tratarse la boda de un familiar directo de un dilecto miembro de Acción Nacional, fue un poco más allá, espetando: "todo mundo tiene derecho a casarse".

Y tiene razón plena don Jorge, por supuesto que es derecho inalienable de cada ciudadano decidir si quiere o no contraer matrimonio si observa claro los requisitos que impone la ley para signar este particular derecho tutelado por el Estado.

El problema es que los tiempos políticos para las elecciones de la alcaldía están a la vuelta de la esquina y apenas amanezca enero los tiempos electorales se caldearán rápidamente, y una oportunidad para atacar a un exponente relevante en el próximo proceso no puede soslayarse.

Es verdad que es criticable que en estos tiempos particularmente álgidos del COVID, miembros de grupos sociales que ciertamente han tenido acceso a las mejores oportunidades de educación incurran en festejos que evidentemente son riesgosos, puesto que pueden generar una cadena de contagio masivo del funesto coronavirus. Se debe esperar por supuesto de aquellos que se supone que han tenido mayor culturización sean más prudentes.

Pero parece que no siempre es así. Está la boda del hijo del diputado, pero hace poco también hubo otra de centenares de invitados celebrada en Las Villas, donde miembros de la clase privilegiada asistieron y tampoco se observó la sana distancia.

La única diferencia entre la fiesta de Las Villas y la del Fortana de la semana pasada es que la primera era entre particulares, en tanto que la del hijo de Torres Cofiño lo implica a él como figura pública.

Al final de cuentas es reprochable que se hagan festejos donde el baile por naturaleza nulifique la sana distancia. Tal vez Marcelo esté arrepentido de haber sido parte de esa ceremonia. Pero hay que aclarar que él no fue el que se casó y que su hijo, mayor de edad, puede tomar sus propias decisiones. Cierto es que lo acontecido tendrá algún impacto en sus pretensiones de ser el próximo presidente municipal de Torreón, pero qué difícil debe haber sido resolver la encrucijada de un hecho tan importante de su familia o responder a su ambición política.

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