Columnas la Laguna

ANÉCDOTAS

LOS VIEJOS EN EL DISFRUTE DE LA VIDA ¿SERÁ?

HIGINIO ESPARZA RAMÍREZ

Esta mañana 5 de noviembre de 2020, amaneció fresca y radiante, incitadora de caminatas, marchas, andares en los jardines públicos y compras en el mercado, pero hay restricciones de movilidad y de acceso a los centros comerciales y las acepto, con remilgos propios de la edad senil. Los viejos, me dicen, somos los más propensos a enfermarnos y el contacto con los demás en las tiendas de autoservicio, en los restaurantes y en las fiestas con aglomeración de invitados, conllevan un peligro, de salud y de equilibrio.

Con la andadera a cuestas, o al revés, salí de casa para comprar en el centro comercial de mi colonia, en su botica interna, un remedio contra las agruras pero el guardia, pistola en mano, -el termómetro. aclaro-, no me dejó entrar con el argumento que manejo líneas arriba y con una referencia visual a la andadera que utilizo para desplazarme pues mis piernas ya están cansadas de tanto trajinar en el laberinto que es la vida y la cual, en estos momentos de pandemia, nos dice: (a los viejos) -"Hasta aquí llegaste"

Los gobiernos estatales y locales han extremado las medidas sanitarias para contener la pandemia y lo entiendo y agradezco, aunque nos hundan a los veteranos en el cruel confinamiento, situación que no merecemos pues son los viejos, precisamente, los que más procuramos el lavado de manos, el cubrebocas y la desinfección con gel, y lo hacen en mayor medida que los jóvenes, quienes por razones de la edad, son los más atrabancados y lo que dispongan las autoridades "les vale", como expresó el alcalde de Torreón, Jorge Zermeño.

Reculé, pues, por mandato del destino disfrazado de coronavirus, y me resigné a volver a tragar a sorbos una horripilante bebida casera de bicarbonato de sodio disuelto en medio vaso de agua. En las instrucciones de uso del bicarbonato, se le señala como limpiador facial, blanqueador dental, y eliminador del mal aliento: otros envases indican que es muy útil para limpiar la cochambre de las estufas, pero en ningún caso se refiere a los malestares del estómago, eructos, acidez, agruras y reflujo, el que tapa el esófago y nos ahoga,

En fin, pero no sólo fui a eso al centro comercial; lo hice igualmente para cubrir a pie, a manera de ejercicio, el tramo que lleva al parque arbolado de la misma colonia, a un costado de la gran tienda donde mi mujer hace las compras del día, parque que en mis tiempos de andarín libre como los pájaros, ayudé a reforestar en apoyo de Normita, una dama con alma de ecologista con la cual, también, hice mancuerna a fin de rescatar, un primer parquecito dedicado a los héroes revolucionarios de 1910, ubicado en Madrid y Montecarlo, esquina con la calle Budapest, frente a la Nevería Chepo. La helada negra de febrero de 2005 redujo a cenizas los árboles que ya existían en los dos paseos pero ella y yo nos dimos a la tarea de reponerlos. En este espacio de frondas y comercios, camino y camino cada vez que salgo de compras o para cumplir antojos: las pizzas o los yogures, sin que nadie se fije en edades, sólo en los tapetes y el gel desinfectante de manos y pies. A los viejos -siento yo- nos reciben con globos y serpentinas.

O sea que vivo en un vecindario con residencias y una plaza comercial en cuyo costado sur hay unos contenedores de basura que no son otra cosa que criaderos de mosquitos, los que transmiten el dengue, la influenza y todas las infecciones habidas y por haber de la flora intestinal.

-¿Pero cómo? Yo no he leído nada al respecto en los periódicos ni en los noticieros de la radio, repliqué cuando no me dejaron entrar para comprar un antiácido . Una dama recepcionista me atendió solícita en la puerta y me dijo a bocajarro: -No entra, discúlpenos. -¿Y si llegaran Biden, el casi nuevo presidente de Estados Unidos y AMLO, ellos son iguales de viejos como yo, tal vez diez años menos, pero canosos y seniles?, argumenté. -Pues AMLO tampoco entraría, él mismo así lo dispuso y Biden, no lo creo, orita tiene problemas con el recuento de votos, aunque se dice que "se ve triunfador y tramita ya la transición"

Bajé de las nubes de la inconsciencia y retomé el periódico del día y releí: -"El gobernador (de Durango) Rosas Aispuro, envió una iniciativa de ley al Congreso del Estado para reforzar medidas de protección, estableciendo la obligación del uso del cubrebocas en lugares públicos, en el interior de establecimientos comerciales, centros de trabajo y transporte de pasajeros". Enviará, además, una reformas a la ley de salud y a la ley de protección civil "a fin de dar más herramientas a las autoridades para el cumplimiento de estas medidas".

Leí el texto periodístico pero en ningún renglón o párrafo habla de nosotros los viejitos ni del veto que se les impuso, y repito y me pregunto, ¿Qué pasará con Trump, Biden, AMLO y Zermeño? Ya no se cuecen al primer hervor... En mi caso, enfilé andadera en mano y a pie firme bis repetita placent, hacia la cercana farmacia donde una comedida mujercita del servicio de vigilantes de la plaza comercial, me abrió gentilmente la pesada puerta de vidrio y las despachadoras me vendieron con ojos destellantes (la boca la tienen cubierta con el disfraz de moda) el Melox de doble acción: Agruras & Reflujo.

(Mañana trataré de ir de compras al mercado Alianza; la entrada es libre, sin distingo de edades y condiciones de salud ostensibles, como caerse a cada rato, recargarse en la pared en busca de aire o en riesgo de contagiarse por maduro, digo. La Alianza, por cierto, no ha sido citada todavía en los mandamientos oficiales pero igual, aplica al punto los filtros sanitarios. Por lo demás, las actividades se desarrollan con normalidad, me aseguraron ayer mis antenas ubicadas en el célebre Callejón del Beso)

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