La historia es breve
Casi ni parece historia.
Los revolucionarios entraron en la hacienda, dieron muerte a su dueño, hombre perteneciente a la antigua nobleza mexicana y se apoderaron de todos sus bienes
Su esposa, joven, huérfana, quedó en el desamparo junto con su hijo recién nacido. Los salvó de morir el caporal, ranchero honrado y generoso que los escondió en su casa.
Al paso de los días le dijo a la viuda:
-Señora: no es bueno que usted vaya sola por el mundo. Le ofrezco mi techo y mi mano. Si usted así lo quiere no la tocaré, pero permítame darles protección a usted y a su hijo.
Se casaron. El ranchero trabajó arduamente para dar estudios al muchacho, que llegó a ser profesionista destacado.
Fue él quien me hizo este relato.
Lo terminó diciendo:
-Ahora ya sabe usted que soy hijo de padre noble.
Y concluyó, orgulloso:
-El ranchero.
¡Hasta mañana!...