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Pro vida y aborto

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LUIS F. SALAZAR WOOLFOLK

El veintidós de octubre pasado, un grupo de treinta y dos países miembros de la Organización de Naciones Unidas (ONU), de diversas regiones del planeta, suscribió la Declaración de Consenso de Ginebra, en la que los estados firmantes, rechazan la afirmación de que el aborto sea un derecho humano. La reunión prevista al margen de la Asamblea Mundial de la Salud de 2020, en la ciudad de Ginebra, Suiza, fue celebrada a distancia con motivo de la Pandemia; el documento resultante propone la protección de la vida humana desde la concepción, y el derecho de cada país para proteger su soberanía frente a las políticas globales promotoras del aborto.

La iniciativa parte del compromiso de garantizar a mujeres y niñas el pleno goce de los derechos humanos y la igualdad de oportunidades en todos los niveles de la vida política, social y económica, así como garantizar su acceso a los sistemas de salud y en particular en materia de salud sexual y reproductiva. El documento de conclusiones sostiene que no existe un derecho al aborto, ni recae sobre los Estados una obligación de financiar o facilitar los abortos, en congruencia con acuerdos internacionales tomados en el sentido de proteger la vida humana desde la concepción, como es el caso del Acuerdo de San José, firmado en 1969 en Costa Rica.

La coalición es encabezada por Estados Unidos, Brasil, Egipto, Hungría, Indonesia y Uganda, establecidos como enclaves en las distintas regiones del mundo a saber: América del Norte, América Latina, Medio Oriente, Europa, Asia y África, ya que la intención es promover la iniciativa, para que más países de la ONU se integren al acuerdo. El documento reafirma "la dignidad, valor intrínseco y el derecho a la vida de cada ser humano", y subraya que "el aborto no debe ser promovido como método de planificación familiar", además de que "el hijo requiere especial protección y cuidado, tanto antes como después de nacer", y concluye con una oposición rotunda a que el aborto sea considerado como un derecho humano.

En la declaración los países firmantes se comprometen a perseguir como delito grave el gran negocio que implica el tráfico de material genético, que con el pretexto de impulsar la investigación científica, se obtiene de la práctica sistemática del aborto en diversas partes del mundo. El Consenso de Ginebra crea por primera vez en la historia de la ONU, una coalición multinacional en torno al tema de la defensa de la vida, en contra del comercio infame antes mencionado y en contra del empeño deliberado del lobby abortista, por diezmar a la población mundial con propósitos de ingeniería social y control político.

La declaración en comento pone en evidencia el falso debate que plantea el aborto como salida para resolver el problema social de los embarazos no deseados y contribuye a que, después de dejar en claro que el aborto es un crimen, lo indicado es despenalizar la conducta, considerando que la mujer que aborta es presa de un estado de necesidad extrema; poner en la cárcel a la madre fallida no restituye la vida arrancada del niño por nacer y en cambio, genera un mal adicional personal y social. La despenalización del aborto bien entendida, corre en paralelo de políticas públicas de educación reproductiva y apoyo terapéutico y económico, para salvar tanto la vida de la mujer embarazada como la del niño.

Al mantener la definición del delito de aborto, se reconoce el valor de la vida humana como bien objeto de protección jurídica, y se persigue el tráfico ilícito de material genético, al tiempo que con la despenalización se reconoce la ineficacia e inconvenientes de aplicar medidas punitivas en contra de la mujer. La propuesta en comento enfrenta a otra tendencia que integra a un sector oligárquico de la industria farmacéutica de clase mundial y a la nueva izquierda, en un mismo frente pro aborto, cuyos promotores se empeñan en sostener que la mujer tiene derecho a disponer de su cuerpo, lo que implica negar la existencia ontológica y jurídica del individuo que está por nacer (naciturus), en contra del cual se comete el doble crimen de matarlo en estado de total indefensión, y hacerlo invisible.

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