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Lecciones

No hagas cosas buenas...

ENRIQUE IRAZOQUI

¿Qué lecciones deja la jornada electoral del pasado domingo donde se eligieron diputados para la nueva legislatura que entrará en funciones el próximo primero de enero del 2021?

Primeramente, muestra sin lugar a dudas la capacidad del gobernador priista Miguel Riquelme Solís para operar eficaz y hasta magistralmente la maquinaria electoral de su partido, que, de acuerdo a sus usos y costumbres, él tiene la última palabra de todas las decisiones importantes que ocurren dentro de esa institución política. Palomea a cada uno de los candidatos, coordina la estrategia y operación del partido y designa todos los cuadros trascendentes del mismo. No se mueve una hoja dentro del tricolor en el ámbito estatal y municipal si el gobernador no lo aprueba.

Hay que decir que además de espléndida operación electoral, a Miguel Riquelme lo respalda también su desempeño como mandatario. Es respetado y reconocido en todo el estado y su génesis lagunera y capacidad le han permitido penetrar en los círculos donde a los tres anteriores gobernadores simplemente les era imposible.

La determinación que ha mostrado su Gobierno en cuanto a materia de seguridad pública y hasta la postura firme que tiene ante los embates de la Federación para debilitar a las entidades federativas por supuesto que le allegan adeptos.

Por supuesto que cuando se reconoce la maestría con la que el PRI de Riquelme operó el domingo pasado no quiere decir que el otrora partidazo se haya alejado de las deleznables prácticas de acarreo de electores a las urnas y la vil e indigna compra de votos, que siempre lo ha caracterizado. El PRI claro que no ha cambiado en lo absoluto, pero si uno contrasta el entorno nacional donde el partido tricolor está devaluado en términos de triunfos electorales y en cambio en Coahuila vuelve a ser hegemónico (como en tiempos del profesor Humberto Moreira, nada más que, a diferencia del actual Gobierno, el primero endeudó por varios miles de millones de pesos, cosa que el actual Gobierno al menos por omisión convalida), es notorio que muchísimo tiene que ver el capitán de cada barco. Hoy Riquelme Solís debe ser la estrella del priismo nacional; ahí están los resultados de apenas 5 días atrás.

Morena en cambio nuevamente ha recibido una nueva lección, que su partido como tal poco vale. Lo que importa es la figura del presidente Andrés Manuel López Obrador. El año pasado como ejemplo el Movimiento de Regeneración Nacional en las elecciones para renovación de ayuntamientos en el estado de Durango, si bien con aprietos, se hizo de Gómez Palacio, segundo en importancia en la demarcación, arañó el triunfo en Lerdo, tercer municipio en importancia; en la capital quedó relegado hasta la cuarta fuerza electoral.

En Coahuila, Morena alcanzó apenas el 19 % de la votación, muy lejos del 49 % que consiguió el PRI; y más lejos todavía del aplastante 52 % de votos totales con los que López Obrador ganó la presidencia de México.

Por supuesto que el partido del presidente está a tiempo para recuperar la causa, si logran salir de sus pleitos internos de todos los días. El prestigio de Andrés Manuel es un inmenso capital político que pueden, si tienen prudencia, aprovechar.

Hablar del PAN es hablar de una crónica de muerte anunciada. Acción Nacional en Coahuila está desde hace más de una década en manos de Guillermo Anaya, quien maneja a esa organización en apego estricto a sus intereses. En el devenir de los años, el PAN ha perdido miembros que antes cobijaban al propio Anaya y que hoy no están con el gobernador Riquelme o incluso en Morena. ¿Dónde quedaron los personajes como los exalcaldes Rosendo Villarreal e Isidro López de Saltillo?, ¿o Ernesto Saro de Ramos Arizpe?, ¿o qué decir de figuras hoy aisladas como el licenciado García Villa o el mundo aparte del presidente Jorge Zermeño? Todo ha sido una suma para que el domingo pasado ni siquiera alcanzaran el 10 % de la votación.

De los demás partidos por sus números poco importa hablar; lo que es una realidad es que la jornada electoral en Coahuila dejó sorpresas porque fue aplastante victoria priista.

El año que entra habrá elecciones para diputaciones federales y para renovar alcaldías, habrá que ver si los partidos entendieron las lecciones que les dejó el resultado del pasado domingo.

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