El relativismo es el eje de la mentalidad actual: "cada quien tiene su verdad" "nadie tiene derecho a imponer su posición sobre los demás".
Los sistemas de creencias y valores que nos dieron solidez y seguridad, han sido dañados. No se trata solo del pluralismo de una sociedad, donde existen diversos intereses, organizaciones, estructuras, valores y comportamientos; tampoco se trata de una contaminación cognitiva en la que los diferentes estilos de vida, valores y creencias se mezclan ocasionando un incremento muy significativo de indiferencia. Se relaciona más bien con un subjetivismo en el que es la experiencia personal lo que domina y orienta al sujeto; todo depende del punto de vista del sujeto; cada cual ha de obrar según su propia convicción. No se admiten verdades ni principios absolutos que vayan marcando una pauta en el ser y obrar de la sociedad. Cada persona tiene su verdad y su moral; lo importante es ser y obrar de acuerdo a mis convicciones a mis verdades a mis posturas. Habiendo roto con una historia general, cada uno tiene su propia historia individual, su propia realidad individual, su propia verdad individual, negando la existencia de verdades absolutas.
Ante la imposibilidad de alcanzar verdades definitivas o absolutas, lo más que se podría hablar es de las preferencias de cada uno, de opiniones, pero no de verdades que a todos se imponen por su misma evidencia.
Hemos relativizado a tal extremo la verdad que ya no la buscamos racionalmente. E incluso nos da miedo hablar con la verdad, pues molesta en el mundo de lo "políticamente correcto", e incluso hay que destruirla para creer erróneamente que estamos construyendo una sociedad "tolerante".
Todos los hombres, por tener inteligencia y voluntad, desean conocer la verdad; adecuar su intelecto con la realidad. Las cosas son verdaderas porque son y por ello se pueden conocer, y no al revés. Por lo tanto, toda violación de la verdad es una renuncia a nuestra naturaleza humana inteligente y un daño a la sociedad. La verdad es lo que todo hombre necesita para vivir, es la vida misma. Ir pues en contra de lo evidente no es modernismo o progresismo sino irracionalidad.
Esto que parece pura especulación, es fácilmente aplicable a muchas de las realidades que estamos viviendo, como la negación de los datos científicos sobre la existencia de un ser humano desde el momento de ser fecundado, o la evidencia de las diferencias sexuales, a nivel político la testaruda negación de "datos" concretos a nivel social y político, o a las "discusiones de sordos" que se dan entre las personas a diversos niveles, renunciando a la máxima de Aristóteles: "Amicus Plato sed magis amica veritas" (amo a Platón, pero amo más la verdad).
Si se desconoce la verdad sobre algo, entonces se puede meter en este concepto lo que a cada quien se le dé la gana, aunque sea contradictorio simplemente porque a uno u otro grupo se le antoja. Somos capaces de justificar hasta lo más irracional. En el desarrollo evolutivo del hombre sería un salto hacia atrás; una involución, poniendo los sentimientos sobre la razón.
¿La causa? Ante la cultura de la imagen, el hombre ha renunciado a leer y a razonar; a filtrar con la reflexión y el análisis crítico la información que le llega sin cuestionarse si es cierta o falsa. Hemos dejado al "homo sapiens" y dado paso al "homo stupidus" que no sólo no reconoce la verdad, sino que teniéndola en frente es capaz de negarla. La manipulación de conceptos crea al "homo sclavus" de las tendencias, de las ideologías, de intereses mezquinos, prescindiendo de la razón, del sentido común y de la ética. Bastan algunos ejemplos:
Justificar y hasta exigir el aborto como un "derecho"; anular la evidencia científica de las diferencias entre el hombre y la mujer; usar el término "homofobia" como arma de silenciamiento masiva contra todo aquel que piense diferente, aunque ellos exigen tolerancia para sí y exigen tolerar lo intolerable; aducir un "derecho a morir con dignidad" para justificar la eutanasia; en la política o en el manejo de la pandemia rechazar los datos científicos por intereses políticos o económicos…
Hoy es más urgente que nunca buscar la verdad, ¿para qué entonces tenemos la razón? La verdad ilumina la inteligencia y modela la libertad del hombre. Reivindicar la investigación científica, la filosofía, la lógica, mejorar la calidad de la enseñanza, desenmascarar los engaños en la publicidad y en la manipulación de masas, retomar el diálogo sincero y humilde, el entendimiento mutuo, rechazar toda forma de fanatismo y obstinación, son algunas de las acciones necesarias para poder recuperar la capacidad para conocer la verdad y dejar los espejismos. No se trata de demostrar que alguien está equivocado sino de enseñarle la verdad. Si la verdad nos hará libres, el engaño nos hará esclavos. Quitémonos la venda de los ojos y busquemos sincera y humildemente la verdad. Piénsalo.
Cfr. Gracia Triñaque, Marco Antonio "Y lo sapiens ¿dónde quedó?".
