El desorden en que se encuentra actualmente nuestro país es culpa del presidente de la república. En él debe centrarse la crítica y hacerle un llamado a la cordura y a la razón.
Cada vez es más patente la insuficiencia de los programas oficiales que solo están dirigidos a los ciudadanos y sus familias para atender las necesidades ingentes de consumo que el padece el 40 % de nuestra población. No existen, por el contra, ningunos que apoyen el potencial económico nacional para crear nueva producción, empleos y consumo. Aumenta en consecuencia la brecha entre ricos y pobres.
Se dio fin, en cambio, a servicios sociales como guarderías, refugios para mujeres maltratadas, o de salud como por ejemplo para los niños con cáncer. Se han cerrado fideicomisos de todo orden para reorientar sus finanzas. Desde el inicio de la actual administración, se desarticularon los órganos de seguridad y los índices de violencia y mortandad han repuntado desmintiendo la acusación de que los causantes fueron las administraciones pasadas.
La marcha que sigue el país carece de rumbo debido a que las declaraciones de AMLO dividen al país entre los que apoyan su programa de la 4T y los que expresan serias reservas con respecto a la viabilidad de sus propuestas por lo que son definidos como adversarios antipatriotas.
Convencido de una utopía que solo él abraza, el presidente persiste ciego y sordo a la urgente necesidad de rehabilitar el sistema económico que se precipita en histórica picada. La informalidad es la tónica de la ocupación nacional dejando al margen la creación de empleo formal. Por no usar los instrumentos financieros a su disposición como lo hacen otros países para estimular nueva producción y empleo, México pierde calificaciones internacionales positivas. El desorden que daña la imagen financiera internacional afecta el flujo de inversiones productivas que el país tanto requiere.
La insistencia en distraer los escasos fondos con que el país cuenta a proyectos inadecuados es patente. Para el tren maya, que ha encontrado serias resistencias ecológicas y locales, repentinamente se anuncia que podría ser financiado por el sector privado. La inviabilidad de vuelos simultáneos desde los aeropuertos Benito Juárez y Santa Lucía frustrará el propósito de atender el tráfico de pasajeros previsto para los próximos años. La terquedad de la que se jacta el presidente también luce en el proyecto en la nueva refinería de Dos Bocas que va contra sentido a la necesidad de dejar atrás los combustibles fósiles en favor de fuentes limpias de energía. Frente a los justos reclamos de los agricultores de Chihuahua que dependen de un abasto de agua confiable para sus múltiples cultivos, el Gobierno federal echa mano de la Guardia Nacional integrada por elementos del ejército y la marina para reprimir las protestas incluso con pérdida de una vida ciudadana.
La hegemonía que el presidente consolida en sus conferencias mañaneras respalda los pasos hacia la 4T que se fincará no en la unión de todos los mexicanos, sino en la escisión nacional. Es lógico que una proporción creciente de la población se alarme con la marcha de un país que no sale de sus graves aprietos sociales, económicos y culturales. Se confirma la obstinación y rechazo oficial a la evidente realidad.
Un oportuno "Exhorto a Organizaciones y Partidos Políticos" firmado por más de 500 legisladores federales y estatales de actuales y pasados de casi todos los partidos, fue lanzado hace una semana llamando a una acción coordinada entre las fuerzas que buscan un avance en la democracia respetando derechos humanos para construir una nación en que las decisiones políticas sean fruto de verdaderos consensos que no son posibles cuando reina el autoritarismo. Se hace un llamado a proponer candidatos incluso no afiliados a ningún partido político, para los cargos de elección popular en las próximas elecciones del año 2021.
Una decidida acción ciudadana puede remediar el desorden nacional que ha introducido el Gobierno que hizo de la división su emblema.
