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Pifias, osos y erratas en el Congreso local

JUAN ANTONIO GARCÍA VILLA

El 5 de septiembre dieron inicio las campañas electorales con motivo de la renovación del Congreso local. Se supone que los candidatos de los diversos partidos andan ya realizando visitas a los electores, con las debidas precauciones por la COVID-19, para convencerlos de sus propuestas legislativas y solicitarles el voto.

Me pregunto qué les podrán decir los candidatos priistas a los ciudadanos. Probablemente, por ser su inveterada costumbre acudir a la dádiva humillante, a su práctica de comprar voluntades y no apelar a la inteligencia del votante, les llegan entregando una despensa, un tinaco, bultos de cemento, latas de pintura o cosas semejantes, que a la postre salen muy caras a toda la población.

Luego les dirán algunas mentiras. Entre otras, que si ellos llegan al Congreso habrá prosperidad, empleo, servicios públicos de excelencia y demás promesas incumplibles.

¿A qué viene lo anterior? Al pobrísimo papel que los actuales diputados del PRI han jugado en la actual LXI Legislatura estatal. Para demostrarlo podría citar numerosos ejemplos. Por lo pronto van al canto sólo dos. En comisiones dictaminadoras, al menos en las cinco en que yo participo y ocasionalmente en otras cuando algún asunto se turna a comisiones unidas, nunca, jamás he visto que alguno de ellos intervenga con conocimiento de causa en el debate de algún dictamen. Causan la impresión de que ni siquiera leen los proyectos o que ni remota idea tienen de los asuntos de que tratan. Guardan sepulcral silencio, conforme al principio filosófico de que en boca cerrada no entran moscas, viene luego la votación y siempre ganan por un voto, 3-4, que les aportan ya sea la diputada de Morena, la del PRD o ambas.

En el Pleno suele suceder exactamente lo mismo. Por más importante que sea el asunto, no atienden los cuestionamientos que se formulan a los dictámenes. Ni siquiera el coordinador de la comisión, responsable de los proyectos, se digna dar respuesta y menos aún exponer algún argumento en defensa de su dictamen. No debaten, no discuten. No nada. Directo a votación, cuyo resultado ya conocen de antemano: 12 vs 13 votos. Qué desesperante. Entonces, ¿con qué calidad moral los candidatos del PRI solicitan ahora el voto a los electores?

Pues bien, en la sesión del Congreso celebrada el pasado 9 de septiembre la Comisión de Gobernación, Puntos Constitucionales y Justicia presentó un dictamen de rutina. Con motivo del fallecimiento de un regidor de Sabinas propuso al Pleno la designación de otro a quien supuestamente correspondía ser nombrado, por tratarse de una regiduría de representación proporcional. El día siguiente un medio de comunicación hizo notar que el nuevo regidor nombrado ya había sido designado antes para cubrir otra vacante de regidor. Un regidor al cuadrado, pues. El oso fue tremendo.

Ah, pero como si nada hubiese sucedido, en la sesión del día 15 de septiembre la misma Comisión, por cierto coordinada por quien hace cabeza del grupo priista, propuso un nuevo dictamen sólo cambiando el nombre del nuevo regidor designado. Ni media palabra sobre la pifia del anterior dictamen, cuyo decreto, como se suele decir, ya había nacido al mundo jurídico. Para corregir tan tremendo oso propuse en el Pleno al coordinador priista un par de salidas jurídicamente viables. No las aceptó. Y con votación dividida, tal monstruosidad se aprobó.

Otro caso: en una de las sesiones de la Diputación Permanente en julio, un diputado del PRI me reclamó porque como representante del Congreso ante el Consejo de la Judicatura no presento un informe de las sesiones de éste en que participo. Le tomé la palabra y ante la propia Permanente presenté un amplio informe sobre el desarrollo de la décima tercera sesión de aquel Consejo. Algo les molestó porque ya no aceptaron que rindiera el informe de la décima cuarta sesión del Consejo de la Judicatura, no en la forma como hice en el caso anterior, leyéndolo en la tribuna.

No acepté, porque bien sé que no les interesa y que pidieron que informara sólo por molestar. En la sesión donde esto se trató, el martes 15 de septiembre, en el Pleno les dije que de los numerosos documentos que se reciben y se turnan a la Comisión que coordino a disposición de los diputados que los deseen consultar, ni una sola vez esto ha ocurrido. Es decir, ni uno solo ha ido alguna vez a solicitar la consulta de un informe o documento. Y se reciben muchísimos turnados por el Pleno.

Más todavía, comenté que al concluir el primer año de la Legislatura, 2018, solicité al encargado de la Biblioteca del Congreso me informara qué diputados habían ido a solicitar en préstamo o consultar algún libro, o el acceso al archivo histórico del Congreso. Y me respondió: "Ay diputado, salvo usted, ningún otro diputado viene aquí a solicitar algún libro o documento". Esos son los legisladores priistas.

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Escrito en: Editorial Juan Antonio García Villa

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