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Impulso al fracking

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LUIS F. SALAZAR WOOLFOLK

La inclusión de una partida en el proyecto de presupuesto de egresos del año entrante, para ser invertida en la explotación de hidrocarburos mediante la fractura del subsuelo, inyectando agua y otros fluidos, revela la clara intención gubernamental de mantener dicho sistema de extracción, pese a que en su discurso el presidente López Obrador ha dicho lo contrario. Según información publicada por El Siglo de Torreón el lunes pasado, la partida en cuestión, alcanza la suma de dos mil cuatrocientos millones de pesos.

De acuerdo a los antecedentes, el procedimiento de extracción referido que se conoce como fracking, está asociado a la reforma energética que se puso en marcha en el sexenio de Enrique Peña Nieto, y se utiliza por Pemex tanto en forma directa como en virtud de contratos de dicha empresa del Gobierno, con inversionistas privados. El empleo del fracking es causa de controversia y oposición de diversas organizaciones ambientalistas, tanto en nuestro país como en otras partes del mundo, por el riesgo que se dice representa para el medio ambiente y la salud de las personas.

En los Estados Unidos el fracking ha sido parte esencial de la estrategia que permitió a ese país en solo diez años, superar el déficit de producción de hidrocarburos, para convertirse en un exportador a nivel mundial. Los partidarios del fracking aseguran que el procedimiento no acarrea los grandes males que argumentan sus detractores y que los riesgos potenciales que se le atribuyen se pueden mantener bajo control actuando con responsabilidad y utilizando la tecnología adecuada.

Aunque la postura en contra del fracking es sostenida de manera vehemente por Al Gore y algunas otras figuras políticas relevantes, lo cierto es que gobiernos emanados tanto del partido Demócrata como del Republicano, sostienen su política energética en la aplicación de este sistema. El fracking es uno de los pilares de la campaña de reelección de Donald Trump por la derrama económica que representa para las comunidades rurales en algunos Estados de la Unión, en tanto que durante la administración de Barak Obama, es un hecho que mediante la utilización del fracking, los Estados Unidos cruzaron la barrera de la dependencia a la autosuficiencia en materia energética.

En México, la dinámica de la política energética durante el presente sexenio, ha seguido las pautas del vecino país, lo cual no es extraño porque además de que nuestros territorios comparten características geológicas comunes, estamos enlazados por una política de comercio internacional, a través del Tratado México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC). La coincidencia de ambos países en la materia, se revela en su acompañamiento para enfrentar la reducción de las cuotas de producción en el seno de la Organización de Países Productores de Petróleo (OPEP), y en cuanto a la preferencia de los hidrocarburos, por encima de las energías solar y eólica, que son consideradas como segunda opción.

Coahuila es uno de los estados con más potencial en la extracción de gas natural en tales términos, que junto con las expectativas que representan las exploraciones actuales en nuestro estado, así como en Nuevo León y Tamaulipas, México tendría asegurada la autosuficiencia energética y el fracking podría ser la coyuntura que ponga de pie a la industria petrolera nacional, hoy en bancarrota. En sentido inverso, si renunciamos a la explotación por medio de fracking, continuaremos de modo indefinido dependiendo del extranjero, como importadores de gas natural y gasolinas.

Sea que el Congreso de la Unión apruebe o no la partida presupuestal en comento, en el actual período de sesiones, es importante que el Gobierno federal defina su postura al respecto y le de sustento, con el objeto de ofrecer la certidumbre y la confianza que merece la sociedad mexicana. Por el contrario, si las contradicciones y ambigüedades que existen sobre el tema permanecen de modo indefinido en el ambiente polarizado de encono y crispación en que vivimos, el fracking se convertirá en el futuro inmediato, en una causa más de estéril confrontación entre los mexicanos.

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