Columnas Social

PEQUEÑAS ESPECIES

UNA LECCIÓN DE FE

M.V.Z. FRANCISCO NÚÑEZ GONZÁLEZ

José Ángel contaba con diez y siete años de edad y siempre había añorado un perro, debido a su problema de parálisis cerebral se le había negado.

La familia de José vivía en el campo y se encontraban reunidos pensando en la sorpresa para su cumpleaños, todos sabían lo que siempre había deseado, pero debido a su enfermedad se oponían en complacerlo. La madre de José armada de valor les dijo. ¡Si mi hijo quiere un perro, él lo tendrá!, estoy segura de que todo saldrá bien, además sé de personas autistas o discapacitadas, que les ayuda bastante para salir adelante con su enfermedad. Al encontrarse en la tienda de mascotas, un cachorro se paraba sobre sus dos patas traseras y movía insistentemente su cola, se trataba de una perrita "Border collie" de color negro con sus patas y pecho de color blanco de tres meses de edad, ideal para hacerle compañía a su hijo. Su mamá no se equivocó, la relación entre "Linda" y su hijo era perfecta, él aprendió a darle de comer y asearla, solían pasear todos los días por el campo. Un domingo en la mañana José Ángel llamó a su mascota, pero jamás acudió, la pasión de ella era perseguir codornices y conejos, siendo su genética el pastoreo, trabajador, obediente, inteligente e infinitamente leal con su amo. Corría incansablemente, contaba con dos años de edad y tenía toda la energía de su juventud, al estar siguiendo una liebre atravesó intempestivamente un camino vecinal y fue arrollada por un automóvil, los mismos ocupantes trataron de prestarle auxilio, presentaba abundante hemorragia por las fosas nasales y hocico, además respiraba con bastante dificultad, pasaron unos minutos y al ver que permanecía inmóvil, la sepultaron superficialmente en una pequeña zanja junto al camino, dándola por muerta. Sabían los ocupantes del automóvil que pertenecía la perrita a José Ángel, inmediatamente hablaron con su madre y le contaron lo ocurrido con una enorme pena, ofreciéndole reponer a su mascota. Al preguntar José por "Linda", su madre le explicaba que no regresaría, que había ido al cielo hacerle compañía a su abuelo, él se rehusaba a creerlo, incluso rechazó el ofrecimiento de la nueva mascota. José Ángel se sentaba a diario en el viejo sillón para esperar el regreso de su perrita, donde acostumbraban juntos ver la televisión al caer la tarde, le trataron de explicar nuevamente su ausencia, pero jamás les prestó la menor atención, nunca se desesperó ni tampoco se echó a llorar, él seguía con la firme convicción de que regresaría su mascota, así continuó con su fe ciega en que tarde o temprano aparecería, pasaron dos largos días después de la desaparición de su compañera, cuando a lo lejos observó una figura llena de tierra que caminaba lastimosamente hacia su casa, ¡Linda! mamá, es ¡Linda!, gritaba lleno de alegría, ella había regresado, logrando salir de su tumba, donde aparentemente la habían dado por muerta, "Linda" logró llegar después de caminar dos largos kilómetros con sus heridas, habiendo estado inconsciente por más de cuarenta y ocho horas, inmediatamente la llevaron con su veterinario, curando sus heridas y atendiéndola hasta que sanó perfectamente. La enfermedad de su dueño jamás impidió perder la fe por el amor a su mascota. Hermosa lección que debemos contemplar personas con facultades a plenitud, a los primeros nubarrones nos sentimos derrotados y llegamos a perder toda fe y esperanza, siendo lo primero que se debe de conservar, sobre todo en estos tiempos tan especiales.

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