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La tormenta perfecta, el timón y los pasajeros

ÉDGAR SALINAS URIBE

En alguna de sus últimas alocuciones, el entonces presidente José López Portillo empuñó el habla y, parapetado en la oratoria al uso y de la que era avanzado exponente, aludió a la caótica situación económica del país en los siguientes términos: "soy responsable del timón, pero no de la tormenta". De modo que se defendía de sus críticos excusando la actuación en una tormenta de origen difuso y que, si acaso era visible, lo serían algunos de sus componentes, como el gran capital, pero no su ejército gubernamental.

En nuestros días, rebasada la cifra con la cual se habría de distinguir como "muy catastrófica" la situación del país debida a la pandemia, la tormenta es más honda y extensa que aquella indicada por López Portillo. No solo porque en lo económico se ha manifestado con crudeza en los hogares de menores ingresos, sino porque ha ocurrido eso en los sectores medios y en múltiples negocios chicos, medianos y empresas de todo tamaño. Pero lo que coloca la actual circunstancia en una condición aún peor que aquella es la cantidad de personas fallecidas. Oficialmente sabemos de un número que se da a conocer noche a noche, pero con el paso de los meses y en cuanto sea posible cerrar datos, habremos de conocer el tamaño real de fallecimientos. La noticia será, seguramente, desagradable.

A lo largo de estos meses mucho se ha dado a conocer en relación con la tormenta que nos afecta. Es probable que, incluso, de primera mano seamos testigos de los impactos negativos en el ingreso, trabajo, salud, bienestar en general. Por lo menos, y de eso sí estoy muy seguro, conocemos casos de gente que ha perdido su empleo, disminuido sus ingresos, agotado sus ahorros o haya sido contagiado. No lo desearía, pero es probable que también hayamos conocido personas que a causa del virus hayan perdido la vida.

A diferencia del entonces primer mandatario, la vocería oficial en esta ocasión ha sido más hábil en eludir la responsabilidad tanto de la tormenta como del timón. La versión actualizada podría ser una frase aún más esquiva, algo así como: "soy responsable del modelo, pero no de la tormenta y no se requiere timón". Con capacidades comunicativas de cuestionable fundamento, la tormenta actual es explicada por condiciones preexistentes en la salud de la población mexicana, y se solaza en el reparto de culpas. Mucho tiempo toma en los comentarios distraerse de lo fundamental. A los ingredientes de la tormenta actual se les asigna tal responsabilidad que, en efecto, la tormenta se hace parecer como i-n-e-v-i-t-a-b-l-e.

Pero nuestra época es una donde el conocimiento es como la humedad. Es inquieta y no se queda en un solo sitio. Permea capas y se distribuye. El argumento de la tormenta inevitable ha sido desmontado por evidencias presentadas por equipos y científicos independientes. La tormenta pudo evitarse de haber existido timón. Pero en el caso de nuestro país, se sustituyó el timón por un modelo y este se convirtió en una suerte de piloto automático. Y hasta fetiche. Si el piloto fallaba no era su problema, sino el de la tormenta por ser tan violenta y, además, i-n-e-v-i-t-a-b-l-e.

Pero ante la tormenta y el piloto automático, queda el comportamiento de los pasajeros. Para muchos, lo mejor era que la orquesta siguiera tocando pese a la deriva que se aproximaba. Se pensaría que en una situación así quedaría abierto el recurso a la racionalidad, a la compasión, a la solidaridad, al sentido común. No ha sido del todo de ese modo, sin embargo. Más bien se manifestó con abundancia el recurso de la incivilidad, el cinismo, la irresponsabilidad. Pienso que eso también es parte de un escenario "muy catastrófico".

¿Qué viene para estos meses antes de que sea posible la vacunación? Cabe esperar, aunque sea como pensamiento deseable o como ilusión, un golpe de timón, una postura distinta frente a la tormenta y pasajeros que apoyen en el rescate de la situación. Dejaré aquí una idea sobre la cual quizá vuelva más adelante: si para combatir la corrupción se pidió el apoyo y acompañamiento de la ONU, ¿Sería mucho pedir el acompañamiento de la OMS para gestionar el escenario "muy catastrófico" que atravesamos?

@EdgarSalinasU

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Escrito en: editorial Edgar Salinas Uribe

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