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Lugares que la pandemia se llevó alrededor del Mundo

Debido a la imposibilidad de mantener sus ofertas

Hotel Pan American, que fue durante 100 años testigo privilegiado de la historia guatemalteca hasta que llegó el coronavirus. (AGENCIAS)

Hotel Pan American, que fue durante 100 años testigo privilegiado de la historia guatemalteca hasta que llegó el coronavirus. (AGENCIAS)

AGENCIAS

En Europa y América Latina, comercios, hoteles y museos bajaron las cortinas ante la imposibilidad de mantener sus ofertas culturales y gastronómicas por el virus; a continuación te presentamos algunos de ellos.

MADRID PIERDE MÍTICO TABLAO DE FLAMENCO

Algunos de los restaurantes y centros de ocio más emblemáticos de esta ciudad no han podido resistir la embestida de la pandemia y se han visto obligados a cerrar puertas definitivamente ante la falta de clientela, así como por la imposibilidad de mantener sus ofertas cultural y gastronómica.

Es el caso de Casa Patas, un mítico tablao de flamenco ubicado en un edificio del siglo XIX en el casco viejo de Madrid, que también ofrecía servicios de taberna y restaurante desde hacía más de 30 años, y al que el COVID-19 ha condenado a la desaparición. Españoles y turistas internacionales, muchos de ellos mexicanos, disfrutaron durante décadas de los más de 300 espectáculos ofrecidos cada año por este tablao que cuidaba al máximo la excelencia de su programación, lo que lo convirtió en referencia obligada para todos los que querían disfrutar de un flamenco de calidad, en estado puro.

"La razón fundamental de que cerremos es la pérdida de la mayoría de nuestra clientela y, por lo tanto, de nuestra facturación habitual, que se ha reducido 90%, sobre todo por las medidas de aislamiento y las limitaciones que impiden que llegue turismo internacional, además de que el público nacional se ha debilitado económicamente", señala Martín Guerrero, integrante de la familia propietaria de Casa Patas y director general de la empresa. "Tengo muchas razones para lamentar el cierre, entre otras cosas, porque es un negocio familiar que fundó mi padre. La reacción solidaria de la gente ha sido extraordinaria, principalmente con llamadas y mensajes a través de internet. El sentimiento es de pena por la pérdida de un espacio que tenía cierto valor, que era reconocido y que cumplía sus funciones en el contexto del flamenco de Madrid", detalla.

Desde sus orígenes, Casa Patas ha sido un lugar en el que los artistas se han sentido a gusto y han disfrutado con su actuación, además de ser un punto de encuentro de todos los que conforman el mundo del flamenco, tanto a nivel nacional como internacional, resume el empresario, quien echa en falta las ayudas públicas para rescatar algunos de los lugares emblemáticos que están sucumbiendo ante la crisis sanitaria.

"Desde luego que esas ayudas serían necesarias, aunque el problema es general para el sector turístico y la economía española. No es fácil, porque son muchas las personas que pasan necesidad, pero si se quisiera salvar algunos de esos espacios, serían necesarias medidas más contundentes para evitar su cierre", indica el único administrador de Casa Patas.

El destino de este tablao flamenco ha puesto en evidencia la urgencia de ayudas públicas para reflotar establecimientos que aportan valor agregado a la capital del país ibérico. El ayuntamiento de Madrid estudia la posibilidad de declarar a los tablaos flamencos bienes de interés general para la ciudad, debido a su relevancia y ante la grave situación que padecen como consecuencia del COVID-19, lo que les permitiría beneficiarse de medidas extraordinarias para garantizar su viabilidad; no obstante, es sólo un proyecto que ni siquiera está aprobado y que implicaría el compromiso de otras administraciones locales y estatales.

Otro de los establecimientos de Madrid que se vio obligado a cerrar por la pandemia es el 99 KO Sushi Bar, uno de los referentes de la comida japonesa, inaugurado en abril de 2019 como el buque insignia del Grupo Bambú y que a finales del año pasado recibió su primera estrella Michelin como reconocimiento de su excelencia culinaria.

"99 KO, obligado a echar el cierre por una cuestión de centímetros. La nueva normalidad destruye el concepto gastronómico de nuestra flamante estrella Michelin", señalaron los responsables del negocio en redes sociales.

Uno de los valores agregados del restaurante japonés era una barra para 16 comensales desde la que los chefs David Arauz y Héctor Escalona elaboraban muchos de los platillos junto a los clientes. Las medidas de seguridad impuestas en los espacios cerrados hacen inviable esta manera de atender a los comensales, carencia que se suma a los problemas financieros, la pérdida de clientela, la incertidumbre que pesa sobre la nueva normalidad y la necesidad de mantener los precios para garantizar la calidad de los productos en tiempos de retroceso del poder adquisitivo. Todo ello ha significado la puntilla para el aclamado restaurante japonés que apenas tenía un año de vida.

El afamado restaurante Punto MX, el primer mexicano en recibir una estrella Michelin en Europa, tampoco retomará su actividad tras la pandemia, aunque en este caso su cierre no es consecuencia directa del apagón comercial provocado por el COVID-19. El confinamiento le ha brindado la oportunidad al chef y propietario, Roberto Ruiz, de reflexionar sobre los inconvenientes de mantener abierto el negocio. El mal estado físico del edificio en el que el exclusivo restaurante tiene un espacio alquilado, la renuencia de los caseros a subsanar los desperfectos y la retirada de algunos de los socios de Punto MX han conducido a su desaparición.

ANTOJITOS, REFERENTE EN COSTA RICA, CIERRA

"Pura vida: nos vemos en Antojitos". Sin más referencias geográficas, el mensaje era suficiente para pactar un encuentro en Antojitos Cancún, el más famoso y tradicional restaurante de gastronomía mexicana de Costa Rica.

Fundado en 1972 en un congestionado sector del este de la capital costarricense y abierto siempre a partir de las 11:00 horas, el negocio sobrevivió por 48 años a tormentas sociales y políticas internas, pero sufrió el contagio mortífero del efecto económico paralelo del coronavirus: cerró el pasado 4 de junio y liquidó a 21 trabajadores.

"Para la familia fue muy doloroso", dice la costarricense Muni Figueres Facio, gerenta de la empresa, al narrar el impacto emocional del cierre en sus parientes con apellidos que desde la segunda mitad del siglo XX remiten a figuras claves de la política de Costa Rica: los expresidentes José Figueres (1906-1990) y Francisco Orlich (1907-1969).

"Teníamos 48 años de estar ahí. Se convirtió en el segundo hogar de los dueños y de la familia extendida. Todos mis tíos hacían reuniones ahí. Los primos nos reuníamos ahí. Los colaboradores se convirtieron en nuestra familia", cuenta Figueres.

La firma entró en colapso luego de que el pasado 21 de marzo interrumpió labores por la restricción sanitaria que dictó el gobierno de Costa Rica para cesar múltiples actividades públicas y privadas e intentar contener el COVID-19. Antojitos aceptó reducir el aforo a 50%, dejar de operar de noche y los fines de semana, así como tratar de enfrentar altos costos en el servicio exprés.

"Cerrar fue muy doloroso. Fue una decisión dura, pero la más inteligente. Los sistemas bancarios estatal y privado se negaron a otorgarnos un préstamo flexible para operar seis meses sin ganancias. No queríamos que nos regalaran el dinero, sino flexibilidad", relata.

"Muy lamentable", afirma la gerenta con nostalgia.

El pacto en típica jerga costarricense del "pura vida" para coincidir en Antojitos quedó en el recuerdo de un trajín urbano que cambió por la pandemia.

HOTEL CENTENARIO PIERDE ANTE LA PANDEMIA

Instalado en un famoso rincón esquinero en las inmediaciones de fortalezas y palacios que son los símbolos claves de los sensibles poderes militares, políticos, económicos y religiosos en el corazón de la Ciudad de Guatemala, el Hotel Pan American fue durante 100 años un testigo privilegiado y una precisa bitácora de la convulsa historia guatemalteca… hasta que llegó el coronavirus.

La línea de tiempo del inmueble es una crónica de Guatemala: subsistió a 13 golpes de Estado, de 1920 a 2020; una invasión armada de Estados Unidos, en 1954; una Guerra Civil, de 1960 a 1996; un régimen dictatorial castrense, de 1954 a 1986; un terremoto, en 1976, y a fraudes electorales, represión social, mortales protestas callejeras y caídas de gobiernos, con tres visitas papales, en 1983, 1996 y 2002.

El hotel nació en 1920 en el Centro Histórico como Amado y fue rebautizado en 1942 como Pan American, por la presencia mayoritaria en sus salas y aposentos de huéspedes de las tripulaciones de la aerolínea de Estados Unidos de ese nombre que operó de 1927 a 1991. De manera inesperada, su presencia centenaria finalizó el 13 de mayo. "Hoy, ante la crisis global derivada de la pandemia de Covid-19, nos vemos obligados a tomar la difícil decisión de cesar nuestras operaciones por tiempo indefinido", anunció el hotel.

Tras recordar que fue "ícono" de hospitalidad y gastronomía y que "nuestra gran familia recibió con los brazos abiertos a todo aquel que nos visitó", se despidió con un "hasta pronto". "Sabemos que pronto nos volveremos a encontrar, para recibirlos con una sonrisa y con los brazos abiertos. Tenemos la esperanza que esta situación sea temporal", indicó.

Con sus raíces en la fundación, el 2 de enero de 1776, de la Nueva Guatemala de la Asunción como capital en El Valle de la Ermita, el Centro emergió como sector estratégico y alrededor de la Plaza de la Constitución. En su ala norte está el Palacio Nacional de la Cultura, que por décadas albergó al poder presidencial y en la este se encuentran la Catedral Metropolitana y el Palacio Arzobispal, en un área cercana a posiciones militares.

A una cuadra al sur está el Pan American diseñado bajo la arquitectura barroca y neoclásica que caracteriza a la zona. El hotel abrió cuando el centro de las capitales latinoamericanas floreció por su apacibilidad, sin la aglomeración vehicular ni la violencia que las azota en el siglo XXI, y como sitios cruciales de control político, militar, religioso y empresarial.

Desde sus habitaciones se escucharon los balazos por la represión política a protestas en la Plaza o por las frecuentes asonadas e intrigas palaciegas de los últimos 100 años. En sus salones acogió a presidentes, ministros, diplomáticos y visitantes de todo tipo que saborearon su enchilada y su cocido, se movilizaron entre sus tres pisos en un elevador manual montado en 1940 o usaron una afamada colección de teléfonos de hace 80 años.

Pero la parálisis económica con cuarentena por el virus le llevó al precipicio: cero clientes.

EL SALVADOR: MUSEO RESISTIÓ A ENTORNO VIOLENTO... NO AL VIRUS

El Museo de Arte de El Salvador, que nació en 2003 en época de posguerra civil y se convirtió en una estación de referencia de la cultura de Centroamérica, resistió durante más de 17 años a un entorno de violencia criminal, pero cedió ante un inesperado enemigo: el coronavirus. Aunque permaneció a salvo de los ataques de la pandillas o maras Salvatrucha y 18, de redes del narcotráfico, así como de escuadrones clandestinos y sobrevivió a un contexto de muerte y sangre, el museo cerró el 19 de marzo pasado por culpa de la pandemia.

"Esperamos que sea temporal, pero la situación financiera es muy difícil (...) Deseamos regresar en 2021. Cerramos las salas presenciales por el resto de 2020 y suspendimos las actividades grupales, como talleres, conferencias y conciertos.

"Estamos construyendo una plataforma digital, con publicaciones, investigación artística y obras de arte", dice la salvadoreña Eugenia Lindo, directora ejecutiva del museo.

Sin ingresos por donaciones, patrocinios y otros. En un golpe en cadena por el efecto colateral de la enfermedad y la paralización general económica por la cuarentena en El Salvador, el museo perdió el ingreso de recursos por cooperación externa, donaciones privadas, alquiler de espacios, patrocinios de actividades, ventas y otras tareas comerciales y sus finanzas entraron en severa crisis.

"Ahora ya tenemos un poco más claro lo que significan una cuarentena y un paro económico, pero en marzo lo ignorábamos y su impacto era imprevisible. No lo dimensionábamos, no éramos capaces de cuáles eran las consecuencias de esto y creo que todavía nos cuesta racionalizarlo.

"Hay que hacer una gran inversión para reacondicionar a los museos con normas de bioseguridad y pensando en conservar las obras de arte, con protocolos para los visitantes entre muchas otras medidas. Es un gasto enorme", advirtió.

Oscuridad. Tras la noche de la guerra salvadoreña, de 1980 a 1992, que abrió un hoyo sociopolítico de rencores, El Salvador cayó en un precipicio de violencia criminal y de inseguridad a partir de 1993, por las deportaciones masivas de salvadoreños desde Estados Unidos, en especial de mareros. En un país sumido en la zozobra posbélica de la reconciliación, el museo emergió en la capital salvadoreña como ente privado sin fines de lucro, abrió brecha y avanzó a transformarse en referente cultural, pero clausuró puertas por el COVID-19... hasta nuevo aviso.

Frente al ataque del virus, ya cerrado y al liquidar a 13 de sus 19 empleados, el museo envió a los seis restantes al teletrabajo y empezó a buscar la reducción de costos y a desarrollar servicios para ofrecer a futuro un acceso a su acervo por vía digital para "sociabilizarlo y visibilizarlo".

"La lección es una: no podemos seguir dejando a la cultura como lujo o última prioridad ni tener que decir: 'O invierto en salud o en todo lo otro'. Y todo es importante por su función social, como la cultura, que está en precario y es una de las más susceptibles a estas situaciones graves", indicó.

Casa Patas, un mítico tablao de flamenco ubicado en un edificio del siglo XIX en el casco viejo de Madrid. (AGENCIAS)
Casa Patas, un mítico tablao de flamenco ubicado en un edificio del siglo XIX en el casco viejo de Madrid. (AGENCIAS)
Antojitos Cancún, el más famoso y tradicional restaurante de gastronomía mexicana de Costa Rica. (AGENCIAS)
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Escrito en: Economía

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