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LAS VERTIENTES TAURINAS

Jorge Galván Zermeño

La visita siempre agradable de los amigos como el Ing. José Luis Obregón Núñez compañero de secundaria con el valor agregado del comentario sobre esta columna es retro alimentador, la benevolencia de su amistad en sus conceptos se agradecen, me dice que en lo personal le gusta cuando la columna toma un tinte anecdótico, sin embargo, acepta la necesidad de que en ocasiones como en el ruedo pasemos de la faena vistosa a la tendencia del dominio.

Esto me hizo retomar la lectura del libro Vertientes del toreo mexicano de Heriberto Murrieta, en él encuentro los nombres y la descripción de su expresión de muchos matadores a los que he tenido la fortuna de haberlos visto, y otros a los que me hubiera gustado enormemente haberlos disfrutado en su esplendor ya que a algunos los llegué a ver en festivales del recuerdo, los nombres de Rodolfo Gaona, Fermín Espinoza “Armillita”, del Maestro Lorenzo Garza en quien siempre me detengo y me recreo, los luises Procuna, Briones y Castro y el inmenso Silverio Pérez, de Luis Procuna del que nunca olvidaré la tarde de su despedida como no olvidaré los lances y quites de Alfonso Ramírez “Calesero” en un festival del recuerdo de un septiembre de feria en la entonces Plaza de toros Torreón.

Me hubiera gustado disfrutar de Fernando de los Reyes “El Callao”, más de Manuel Capetillo padre, disfruté de una época en donde nuestro Ricardo Castro dio la réplica a figuras como el mismo Manolo Martínez, Alfredo Leal, Joselito Huerta, Curro Rivera, Eloy Cavazos y Raúl Contreras “Finito”, también disfruté de grandes tardes de Miguel Espinoza “Armillita”, Antonio Lomelín, Mariano Ramos, Manolo Arruza y Jorge Gutiérrez. De los nuestros, inolvidables tardes de Valente y Arturo, aquella tarde de cuatro orejas en su tierra de Jorge Mata.

Me considero afortunado de haber visto en un buen número de tardes al maestro Manolo Martínez, el epicentro del toreo como lo cita Heriberto Murrieta en su libro referido, de la vertiente del arte, pero con un fuerte acento de conocimiento y dominio. Pero también los hay que me han hecho vibrar y sentir el toreo hasta la última molécula del toreo, Rodolfo Rodríguez “El Pana” con todo y sus imperfecciones técnicas es quien más lo logró, frecuentemente me encuentro en la red con su inolvidable faena a “Rey Mago” y envidio a los presentes de esa ocasión que vi a distancia en la televisión, toreros que viven en torero como Rafael Gil “Rafaelillo” quien a sus 70 años sigue sus andares por los ruedos, de este gitano se disfruta desde el paseíllo, con un garbo y personalidad única ¡inigualable! Torero en la plaza y en la calle, me hubiera gustado ver la faena del Maestro Silverio a “Tanguito” se cuenta que los aficionados lloraban en los tendidos y los entiendo si vieron la faena de “El Pana” y del Maestro Procuna en su despedida. De España me quedo con los cameros Camino y Romero, aspiro el aroma del Paula como lo llaman allá y de Morante, me deleito con la sapiencia de Santiago Martin “El Viti” y Antonio Ordóñez, me hubiera gustado ver a los valientes Paco Ojeda y Espartaco, a José Miguel Arroyo “Joselito”, disfruto de Talavante y Ponce, del Juli y me quedo con José Tomás, me hubiera gustado ver a Manolete a Joselito y Belmonte, al inmenso Gallo y Cagancho, a Bienvenida y Ostos, vi en tarde postreras a Dominguín, vi en una ocasión a Manuel Benítez “El Cordobés” y en nuestra amada tierra lagunera a Paquirri, Manzanares y El Capea, de niño a Mondeño, a todos los nombrados mi admiración y respeto, los recuerdos que provoca el toro se viven a flor de piel y nos hacen evocar hermosos tiempos idos y desear nuevas tardes de triunfo y de gloria.

Ahora espero ver el relevo, yo tengo mi gallo y se llama Arturo Gilio Quintero, que su evolución sea la mejor y que haga renovar en la afición el gusto por la fiesta.

LA ANÉCDOTA

En uno de los mano a mano entre Manolo Martínez y Paco Camino un aficionado gritó al de Camas con la libertad y democracia que da el mundo del toro “Caminito que el tiempo ha borrado…” haciendo metáfora con el tango y en referencia a los años del Maestro que ya peinaba canas, la respuesta fue en el ruedo con una faena de apoteosis, el gritón obviamente tuvo que tragarse sus palabras, así en esta afición a los toros he visto con enorme gusto réplicas a críticas y gritos fuera de orden o momentos de mérito he visto a pequeños y frágiles convertirse en gigantes, inolvidable aquella tarde lerdense en la que Benjamín Morales “El Tarasco” lidió a todo un “Tío” que tardó una eternidad en salir de toriles y cuyos pasos se sentían en su trote alrededor del ruedo haciendo que la algarabía y algunos gritos de denuesto por la poca agraciada figura del matador pasaran a un silencio solemne y respetuoso para culminar con un reconocimiento y entrega total ante la valentía y entrega del torero. ¡Hasta la próxima!

*Jorge Galván Zermeño *[email protected]

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