Porfirio Muñoz Ledo es una de las voces más preclaras y sensatas del sistema político mexicano. Administraciones van y vienen, pero salvo cuando imponderables lo condenaron al retiro político o a tener que estirar la liga y romper con el sistema tal cual lo conocíamos, Muñoz Ledo representa una constante que dignifica la vida nacional.
Es difícil no identificar a don Porfirio, el primer legislador de la historia reciente que rompió con todas las normas escritas e interpeló a un presidente, a Miguel de la Madrid, durante su último Informe de Gobierno.
Hoy, en el marco de la actual legislatura compuesta por demasiados primerizos e inexpertos del quehacer parlamentario, Muñoz Ledo no desmerece ni decepciona. Y es que ante el mar de insensatez y los extremos que coexisten a menudo en ruta de colisión, la de Muñoz Ledo es una voz digna y lúcida que merece ser respetada y escuchada. Don Porfirio, sin empacho, lo mismo critica a su partido o señala los excesos y tentaciones autoritarias a las sucumben algunos de sus correligionarios. Muñoz Ledo sabe cuándo debe disentir y enmendarles la plana a sus compañeros pues, aunque muchos de ellos lo ignoren, la primera obligación de un representante es la de rendir cuentas al pueblo que lo eligió.
A diferencia de quienes hoy intentan gobernarnos sin saber a ciencia cierta qué están haciendo, la dignidad de personas como el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, la senadora Ifigenia Martínez o el propio Muñoz Ledo, representan un bálsamo que dignifica nuestro cariz democrático, parlamentario y representativo.
Pese a que el presidente López Obrador se ha mostrado renuente a aquilatar y expresar en su justa y total dimensión que si se encuentra ahí es en gran medida gracias a la lucha que hacia 1987 iniciaran Cárdenas, Muñoz Ledo e Ifigenia Martínez, por citar a algunos, la valía y peso de don Porfirio queda para la historia.
Fuerte, sonora la voz que destaca entre primerizos, inexpertos y advenedizos del poder, muchos de los cuales ocupan curules sin saber qué hacer con ellos, confundido el trabajo legislativo con sumisión al presidente en turno. A varios de ellos, radicales y neófitos de lo público, Muñoz Ledo los llamó golpistas. Afortunadamente, la intentona de secuestrar al INE fracasó por distintas razones, entre ellas la acertada conducción de diversos actores provenientes de las distintas expresiones políticas que integran a la Cámara Baja.
También, tenemos INE gracias a que los ciudadanos supimos hacer valer nuestra voz y en ningún momento estuvimos dispuestos a transar conque uno de los esfuerzos ciudadanos más notables de nuestra democracia, fuese secuestrado por un grupúsculo radical que con inusitada y preocupante frecuencia busca demeritar a nuestras instituciones como si fuesen de su propiedad.
"La selección de los consejeros del INE que hoy culminó en la Cámara de Diputados, fue el anuncio de una era plenamente democrática para México. Logramos derrotar parlamentariamente a los golpistas que buscaban anular el proceso. Hubo debate abierto y participativo. Los consejeros elegidos son excelentes, aunque creo que faltó una mujer. De la diversidad se llegó al consenso. Todos coincidimos en felicitar a Mario Delgado por la conducción del proceso", aseveró Muñoz Ledo.
Somos miles quienes hemos señalado la abyección de dicho grupo radical a las enaguas del poder presidencial, aunado a su incapacidad de pensar por sí solos. Don Porfirio no baja a dicho grupo de lambiscones y obsequiosos. Yo iría más allá y señalaría, además, su ignorancia pues tampoco entienden de contrapesos ni equilibrios, confusa y difuminada la concepción de observan sobre lo que es el México moderno.
Según el ala radical que gravita ufana como si no la mereciéramos, todo lo acontecido antes del triunfo de su movimiento es digno de tirarse a la basura, no sirve, huele a rancio.
A México, si partimos de la interpretación acomodaticia y sesgada que observa tal grupo, lo inventaron ellos. Antes del triunfo de Andrés Manuel López Obrador, obscuridad y nada que valga la pena a decir de quienes intentaron secuestrar al INE.
Lástima, Margarito, el tiro les falló ya que por fortuna la buena política salió victoriosa y pudo más la constante observancia de lo público que jamás debemos extraviar, menos ahora cuando la tentación autoritaria persiste. Porque lo público, ya sabemos, no puede ni debe quedar en manos de ningún grupo de poder y mucho menos del ala radical que vive en el error pues piensa será eterna y llegó para quedarse. Un grupo quizá menos rapaz pero no falto de advenedizos, vueltos locos de emoción, hoy que tienen poder.
Gracias a personajes y voces como la de Porfirio Muñoz Ledo, por ahora la democracia está intacta. A la República le hacen un tremendo daño los radicalismos tanto de izquierda como de derecha. No permitamos, en ningún sentido, golpismos. Apostémosle siempre al debate y a construir ciudadanía.
Twitter @patoloquasto
