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No hagas cosas buenas...

Dejando qué desear

No hagas cosas buenas...

ENRIQUE IRAZOQUI

Antier el presidente Andrés Manuel López Obrador emitió un mensaje con motivo del segundo aniversario de su aplastante triunfo electoral que le permitió llegar con absoluta legitimidad a la primera magistratura de la nación.

Con más de 30 millones de votos que le significaron rebasar más del 50 % de los sufragios totales, López Obrador recibió de la enorme mayoría del pueblo la encomienda de ser el depositario de la esperanza de millones de ciudadanos que han visto pasar la vida en medio de un sistema político que ha producido enormes e injustas desigualdades sociales, así como presenciar pasivamente cómo una casta política se enriquecía a manos llenas del erario sin pudor alguno.

Con estas etiquetas, el actual presidente celebró su victoria y se dirigió a México y al mundo entero con un discurso conciliador sin claudicar siquiera un ápice en las promesas que ha venido hilvanando desde su primera campaña presidencial allá en el cada vez más lejano 2006.

Rodeado de muchos de los miembros de su gabinete en el salón legislativo en Palacio Nacional, Andrés Manuel pronunció un discurso donde la parte medular versó lo mismo con lo que pudo convencer a la inmensa mayoría: una lucha frontal contra la corrupción y la sepultura de lo que él llama neoliberalismo, concepto que el tabasqueño ha deformado de ser un concepto de modelo económico a un sistema por denominación perverso que lo único que busca es la explotación de las mayorías.

Por supuesto que desde antier se han hecho los análisis de los prestigiosos columnistas y opinadores nacionales que en mayor medida han dado cuenta de que sin lugar a dudas el presidente ha cumplido en cuanto a la austeridad personal y de sus cercanos respecto a la palaciega vida que solían darse las cortes presidenciales de antes. Con creces ha cumplido el licenciado López en este sentido, aunque asignaturas tiene muchas y con un rezago profundo.

Con decrecimiento económico en su primer año de gobierno, su Administración desde el inicio tomó determinaciones para espantar la inversión productiva: la cancelación del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México por medio de una consulta a modo y sin rigor alguno, la obsesión de construir en su natal Tabasco una refinería en la que las opiniones de los especialistas la han condenado al fracaso económico y operativo; tan es así que las principales constructoras de este tipo de instalaciones no se animaron siquiera a tratar de adjudicarse la obra debido a la imposibilidad de realizar según lo que el nuevo Gobierno pretendía. El Tren Maya es una obra controversial, aunque habría que esperar a que se ponga en funcionamiento y medir si realmente contribuye al progreso del sureste mexicano, por décadas sumido en el retraso económico y miseria social.

Tampoco antier el presidente tuvo tiempo para hacer un ejercicio de autocrítica en lo que se refiere al desbordamiento de la violencia que produce el crimen organizado y que en este año y medio de gobierno no ha hecho sino aumentar los delitos que cometen este tipo de crueles y deshumanizadas organizaciones criminales.

Pero lo más grave para los laguneros es que en medio del maremágnum de problemas que tiene que enfrentar el presidente, poco mira al norte, presumiendo que este es más desarrollado de lo que son el sur y sureste del país, simplemente nos ha abandonado.

Cierto que supo advertir a la industria lechera regional, que tiene que ajustarse a la sustentabilidad para seguir operando y desarrollándose, pero quizá es todo.

Evidentemente la recesión mexicana nos arrastra a todos, pero el invento de la figura de los superdelegados no fue otra cosa más que un artilugio para centralizar, como hace décadas no sucedía, el poder en la capital del país.

El licenciado Reyes Flores, hombre al que el presidente le dio la responsabilidad de Coahuila, ha sido hasta ahora una figura más decorativa por el proceder del Gobierno central. En la Comarca Lagunera de Durango ni siquiera se conoce el nombre del par de Flores. ¿Cómo estará la cosa?

Nadie niega que López Obrador aún cuenta con una gran parte de la población, que no es la misma que con la que empezó, y que en la manera que se pueda todos tenemos que respaldar en lo posible respetando diferencias y por supuesto su labor, que por ahora en La Laguna ha dejado mucho que desear.

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