Gerardo Ángel Sánchez es un artesano oaxaqueño que llegó a la Comarca Lagunera hace 15 años, proveniente de Silacayoápam, siguiendo los pasos de su padre. En compañía de su esposa Margarita y su hija Geraldine, comenta que antes de la pandemia, tomaba camino a pie por las calles de La Laguna, ofreciendo sus artesanías de puerta en puerta.
Los artesanos oaxaqueños siempre llevaban variedad, recuerda, pero la situación cambió y tuvieron que ofrecertodos sus productos en su domicilio marcado con el número 770, sobre el bulevar Diagonal de las Fuentes, en la colonia José Luz Torres.
Las técnicas artesanales son una herencia que recibió desde niño. Recuerda que en Oaxaca comenzó a aprender la confección de tejidos sencillos con tiras de palma. A partir de ese punto y con el mismo material, los futuros artesanos pasan a tejer las bolsas.
"Primero me enseñó mi papa, y luego ya pues viendo, como muchos artesanos. Con la vista ya agarra uno más o menos, la idea de cómo hacer las bolsas".
Reconoce a su oficio como una tradición familiar que ha traspasado el umbral de las generaciones. Los recuerdos de su bisabuelo moldeando utensilios de barro aparecen en sus palabras, que después describen a su abuelo tejiendo objetos de palma, al igual que su padre, quien además utiliza la rafia.
Desde el lugar que ocupa en ese árbol genealógico que lo dotó de conocimiento, Gerardo ofrece bolsas, tortilleros, sombreros de palma, bolsas bordadas y sombreros pintados por su esposa. Los ingresos obtenidos son repartidos entre los siete integrantes de la familia, más aquellos que aún se encuentran en Oaxaca.
Algunas de las artesanías son traídas desde Oaxaca, pues materias como palma y yute no se pueden trabajar en la Comarca Lagunera.
Con la herramienta natural de sus manos, puede tardar hasta tres días en confeccionar una bolsa. El sombrero pintado tiene una elaboración de dos a tres horas. Recalca el valor de las artesanías mexicanas hechas a mano, por el material y el tiempo invertidos.
"Si las personas valoran o no la artesanía, nosotros la hacemos de corazón".
Por eso, para Gerardo, ser artesano significa un orgullo, pues declara que realiza que el amor es el material principal en sus creaciones. No existe libro que dicte instrucciones, la metodología se encuentra grabada en su mente y la traduce a través de sus manos. Es un arte exigente, un hilo mal colocado podría interrumpir todo el proceso.
Entre sus sueños se dibuja aquel que refleja a un taller, en el cual Gerardo pueda enseñar sus conocimientos en artesanías, aunque dice que el interés de las nuevas generaciones cada vez es menos, pues las ventas no son buenas y prefieren direccionar sus vidas por otros rubros.
Poco a poco, técnicas como el barro o la madera han ido quedando en el olvido. La palma es una de las pocas sobrevivientes. El yute también ocupa un lugar importante en la actualidad.
"Poco a poco se van perdiendo, es lo que yo quiero recuperar. Todo lo que antes era, eso quiero enseñarle a las nuevas generaciones, para que no se pierda un valor para México, porque son artesanías que no encontramos mucho en la ciudad".
Respecto a su hija, le gustaría que sea mejor artesana y bordadora que él, que diseñe productos con nuevas técnicas y siga con la tradición generacional de las artesanías.
ARTESANOS. Ante la contingencia, la familia de Gerardo Ángel Sánchez ofrece artesanías oaxaqueñas desde su hogar
