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AL MAESTRO CON CARIÑO

Jorge Galván Zermeño

A mis maestros por su paciencia, por su trascendencia en mi vida, por su dedicación y entrega desinteresada. ¡Muchas gracias!

El viernes pasado se celebró el día del Maestro pero nunca es tarde para felicitar y agradecer su entrega, una fecha que ha cambiado en su trascendencia y me atrevo a decir que en su significado desde hace tiempo y en esta ocasión agravado por la contingencia, la imagen del maestro ha cambiado, y recuerdo una película allá a finales de los años sesenta protagonizada por el actor afroamericano Sídney Poitier y de ahí el título de esta colaboración, la trama de la película es la de un profesionista desempleado que acepta un trabajo como profesor en una escuela con pocos recursos en la que con esfuerzo y una vocación innata logró lo mejor de sus alumnos, eran tiempos de cambio que inspiraron a muchos de nuestros maestros a seguir tan hermosa profesión, eran tiempos en que la presencia del profesor pasó de provocar en muchos casos temor a hacerse afable, cuando en realidad siempre los han sido, esta situación se ha relajado con el paso de los años, recuerdo siempre con cariño y respeto a mis maestros en especial a mi profesor Sergio Barrón Delgadillo, también con gran agradecimiento a mis maestros Luis Pompa González, Don Jorge Siller Vargas y Enrique Olloqui. En mis años en la Facultad de Medicina el día era esperado por mis compañeros para agradecer con lo que nuestros recursos o permitían con un pequeño festejo y una infaltable serenata a todos ellos sin perder la línea del respeto, aun ya egresados.

En nuestro ámbito del deporte recordamos la forma en la que periodistas, reporteros de la fuente, jugadores y aficionados se referían a un entrenador, así hablar de Don Nacho nos conectaba de inmediato con la imagen del recientemente desaparecido Ignacio Trelles, decir Ingeniero con Javier de la Torre, decir el Míster con Don José Antonio Roca, en casos especiales por el afecto bien ganado decir Don Grima era referirse al caballero peruano Don Grimaldo González que eligió a nuestra Comarca como su casa y aunque en muchos permanecía el apodo de su época de jugador a Don Alejandro Scopelli en su presencia nadie lo llamaba “Conejito”, los tiempos de un profesionalismo en pañales permitían apodos como el de “Marrana” para referirse a Felipe Castañeda, “Charro” a Carlos Lara. Los tiempos cambiaron y ahora prensa y aficionados hablan de Ricardo o “El bigotón”, “Tuca”, El Vasco, incluso jugadores novatos haciéndonos pensar tal vez equivocadamente en insolencia, lo acepto, como producto de tiempos más relajados que repito me hacen pensar por momentos en una vuelta al semi profesionalismo tan contrastante con la tecnificación y las ciencias aplicadas al deporte que hoy se emplean en un futbol que requiere de una alta aptitud física.

En lo personal he colaborado con muchos técnicos algunos de mi edad o menores, a los que atendí como jugadores y a los que ya en la intimidad del vestidor, de la concentración de ser vecino o compañero de asiento me han permitido por proximidad llamarlos por su nombre, lo que representa todo un honor. En estos tiempos en que todo se ventila y se hacen a un lado los aspectos técnicos del desarrollo de un partido o de las cualidades futbolísticas de un jugador bien vale volver al respeto de la intimidad del vestidor y de las líneas de mando ¡un abrazo a mis maestros y hasta la próxima!

Jorge Galván Zermeño [email protected]

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