DICHOS DE SOR JUANA
DONDE SE DESPRECIA EL
ORO TAL VEZ SE ADMITE EL
INCIENSO
La máxima de Sor Juana en que pone como opción frente a la riqueza del codiciado metal, en sentido figurado, el elogio que puede ir desde la lisonja y la adulación hasta el ditirambo, no es denuncia de un soborno, como pudiera pensarse de primera impresión, ya que México ha sido reconocido como el país de la mordida, seguramente herencia de peninsular porque hay que recordar que Bernal Díaz del Castillo se duele de que los historiadores sus contemporáneos se refieran privilegiadamente a Cortés y olvidan otros conquistadores y cronistas como él. Y dice que Cortés les habría untado la mano.
No se trata en la máxima de ofrecer como soborno riqueza o glorificaciones. Es sólo un elogio cortesano que vierte el personaje-alegoría del Cielo para el rey Carlos II cuyo cumpleaños celebra La Americana Fénix con la loa a la que pertenecen los versos que dicen: "porque de vuestra deidad / en el religioso templo / donde se desprecia el oro / tal vez se admite el incienso".
Con la hiperbólica idea de que el rey desdeña el oro, por una parte, y por la otra, el dubitativo tal vez de que acepte el incienso, la Décima Musa hace aparecer al rey como un soberano despegado de los bienes terrenales (tanto que lo llama deidad). Se puede o no creerle a la autora -considerando además que uno de los recursos de la poesía es la hipérbole- pero lo cierto es que sus palabras sí funcionarían en ocasión de la necesidad de un soborno, no para promoverlo, sino para reprobarlo. Así pues, con la mejor intención moral y con el recurso de la poesía Sor Juana dice: "donde se desprecia el oro / tal vez se admite el incienso".