En vano John Dee pasó su vida buscando la piedra filosofal, esa sustancia a cuyo toque todo se convertía en oro.
No la halló. Decepcionado abandonó su búsqueda y se refugió en la celda de un convento de benitos. Ahí esperaría la muerte.
Pero la muerte no llegó. Fue entonces a habitar una cabaña del bosque donde se miraban solamente el verde de los pinos y el azul del cielo.
Sucedió que un día pasó cerca una muchacha montañesa, y entonces el filósofo miró también el verde de su saya y el color azulino de sus ojos.
Fue en ella donde John Dee encontró la paz. Ya no se dedicó a aguardar la muerte: se aplicó a vivir la vida. Ya no buscó la piedra filosofal: buscaba la mirada de la joven y en ella encontraba mil riquezas que el oro no le podía dar.
En una de sus páginas escribió John Dee: "La soledad es la mayor pobreza. Pero donde hay amor no hay soledad. El amor es la más grande riqueza junto con la paz del alma y la salud del cuerpo".
¡Hasta mañana!...