Talento mexicano. Dolores fue la primera estrella femenina latinoamericana en triunfar en Hollywood. (ARCHIVO)
Su rostro ha sido inmortalizado por el cine. Cada una de sus facciones y expresiones revela en blanco y negro el talento actoral con el que fue concebida. Oriunda de la capital de Durango, su familia se vio obligada a dejar su tierra debido al estruendo de la Revolución Mexicana.
Bautizada como Dolores Asúnsolo López Negrete, contrajo nupcias a la temprana edad de 15 años con el escritor Jaime Martínez del Río, 18 años mayor que ella y de quien adoptó su apellido.
Dolores mostró desde pequeña una madera actoral. Ya adulta y durante una estancia en Ciudad de México, su amigo, el pintor Ben Mogar, le presentó al director Erwing Carewe. Apenas pasaron dos meses de ese encuentro y Dolores ya estaba instalada en Hollywood para poner a prueba su suerte.
Su vida en los sets cinematográficos le permitió escribir su nombre junto al de grandes estrellas como Elvis Presley, Fred Aistaire y Joseph Cotten. También tuvo la admiración de Emilio "El Indio" Fernández. Dolores se consagró como la primera actriz mexicana en conquistar Hollywood.
PASO POR LA LAGUNA
Fue en febrero de 1979, cuando la actriz visitó la ciudad de Durango para inaugurar una sala cinematográfica que llevaría su nombre, que El Siglo de Torreón tuvo la oportunidad de dialogar en exclusiva con la artista internacional.
El texto escrito por Jesús Treviño y publicado por esta casa editora el 3 de febrero de ese año, retrata a Dolores como una mujer alta, de tez morena clara y finas facciones. La entrevista se realizó en el jardín del hotel donde se hospedaba la actriz. En ella indicó que, antes de dedicarse a la actuación, vivió los nueve meses más tranquilos de su vida en Torreón, en la Hacienda Las Cruces (aunque ésta en realidad se encuentra en el municipio de Nazas, Durango).
Los años de Del Río en La Laguna fueron parte de su primer matrimonio. De esos tiempos guardaba el recuerdo de los atardeceres sobre los campos blancos de algodón y la calidez de los habitantes de la ranchería. Fue cuando aprendió a montar a caballo.
Sin embargo, el breve paso de la actriz por tierras laguneras se vio interrumpido debido al mal año económico que tuvo junto a su esposo, lo que obligó a la pareja a regresar a la capital de Durango.
Sin embargo, no sería la última vez que sus pies pisarían el suelo de esta región. Una de las anécdotas más destacadas es una fotografía de 1958, donde la actriz es recibida por un conjunto de admiradores afuera del Hotel Elvira de Torreón (hoy Palacio Real), frente a la Plaza de Armas y acompañada de su entonces marido Lewis Riley.
Cabe recordar que en Gómez Palacio existe un teatro con su nombre, mismo que se encuentra al interior de la Casa de Cultura.
Fue el 11 de abril de 1983 cuando el guion de vida de la actriz llegó a su final. Dolores murió en Los Ángeles, California, a causa de una insuficiencia hepática. Para este ícono, más allá del estrellato, su meta estaba en conquistar el cariño del público, mismo que ha traspasado el tiempo como la luz del proyector que da vida a los fotogramas.
