¿Y ese afán por negarte y resistirme?
¿Y ese volverte sordo a mi llamado?
¿Y ese fingirte muerto y sepultado?
¿Y ese clavar tu puerta por no abrirme?
¿Y ese tu vano empeño por huirme,
siendo yo cruz y tú crucificado?
¿Y ese querer salir, desatentado,
siendo tú el preso y yo la cárcel firme?
¿Cómo podrás echarme de tu lado
si yo soy la corona de tus sienes
y la llaga que rompe tu costado?
Sé mi cautivo, pues. Te he derrotado...
Señor: te tengo ya porque me tienes.
Porque te busco, Dios, ya te he encontrado.
¡Hasta mañana!....