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EL AGENTE 007

Entre las medidas para que la población entienda lo importante que significa "Quedarse en Casa" durante estas semanas a fin de evitar el contagio del temible coronavirus COVID-19, que anda haciendo de las suyas por todo el mundo, la provincia de Coahuila nuevamente se adelantó a eso de las fases, activando una especie de "toque de queda" inmediato y preventivo al estilo fase 3, para invitar a los ciudadanos a quedarse en su casita si no tiene alguna urgencia médica o su oficio no hace parte de los grupos esenciales, ya que si no hacen caso al tercer llamamiento, será remitido a la autoridad municipal correspondiente. Aunque estas recomendaciones fueron emitidas por las fuerzas de seguridad y no por el Consejo Estatal de Salud, también se anunció la instalación de filtros sanitarios en los límites fronterizos de Torreón y las hermanas repúblicas de Gómez Palacio y Lerdo, además de las carreteras federales de un alto flujo vehicular, es decir, tendremos blindaje tipo cinco o seis.

Llamó la atención que en este aviso encabezado por el fiscal de Coahuila, Gerardo Márquez, no estuviera el oficioso ombudsman de la entidad, Hugo Morales, encargado del cuidado de los Derechos Humanos en el estado, ya que algunos inconformes, de esos que no más andan viendo qué, dicen que estas medidas estarían violentando el libre tránsito, y con eso de que a la dependencia le gusta hacer observaciones por todo… Lo bueno es que, como se tardan años, no estorbarán en el plan de contención del peligroso virus.

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Dos investigaciones muy interesantes y que ponían al descubierto un entramado de corrupción con un quebranto millonario al Instituto Mexicano del inSeguro Social iniciaron hace unos meses en una de las principales clínicas de la institución en La Laguna, sin embargo, como por "arte de magia", o porque la pandemia se ha robado la atención del respetable, todo se detuvo. Una de las primeras en ponerse en modo "Mutis" fue la subdelegación Laguna, específicamente en el área de auditoría a patrones, donde los subagentes, disfrazados de cámaras de vigilancia, reportaron que en tan solo dos meses de iniciada la pesquisa por parte de las nuevas autoridades de esta institución se tuvo conocimiento de ocho casos que involucran a notarios, empresarios, académicos y exfuncionarios públicos, que al inicio de varias construcciones contratadas por el IMSS ofrecieron "propinas" a verificadores y jefes de departamentos para no registrar las obras, registrarlas de menor tamaño o registrar menos trabajadores; de ahí que cantidades de cien mil y hasta 500 mil pesos dejaron de ingresar al sufrido IMSS, que hoy necesita tanto presupuesto. A decir de los subagentes, el "truco" era sencillo: había edificios de tres pisos, donde el propietario solo registraba a dos trabajadores. Investigadores sesudos designados por el mismísimo Agente 007 detectaron que en el IMSS empezaron a aparecer funcionarios que inexplicablemente, o mejor dicho "claramente explicable", empezaron a presumir envidiables lujos y un envidiable incremento patrimonial, una vida que no más no checaba mucho con sus salarios. A decir de nuestros subagentes, sumado al megafraude de las medicinas, este daño patrimonial es incalculable y muchos trabajadores, cuyas vidas se pusieron en riesgo en casos de accidentes, lamentablemente no tenían derecho a la seguridad social. La investigación a veces caminaba y a veces no, pues algunos equipos, claves para estas averiguaciones, continuamente son bloqueados desde el IMSS Saltillo; al parecer en la capirucha del sarape alguien anda pendiente de IMSS lagunero.

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La reunión del Subcomité de Salud en La Laguna de Coahuila, realizada al mediodía de ayer en el multiusos Centro de Convenciones de Torreón, estuvo como para rentar balcón, aunque dejó varios sinsabores, sobre todo entre las autoridades municipales de Torreón. Cuentan nuestros subagentes, disfrazados de aire lavado, que quienes se dieron "tremendo agarrón" fueron el alcalde Jorge Zermeño y el empresario Carlos Fernández, del Grupo Lala, ante las duras medidas que se empezarían a implementar para que la ciudadanía no salga de sus casas en plena pandemia, sobre todo al restringir los accesos entre Coahuila y Durango. Resulta que don Jorge le dijo al empresario lechero que, "con todo respeto, aquí no era España ni Italia, como para andar poniendo retenes para apaciguar a la gente", que aquí "se tenían que mover y generar empleo"... A lo que don Carlos le respondió que hiciera su chamba e inhibiera un poco la movilidad, aunque sea por estos quince días. La discusión subió de tono en la reunión, donde los asistentes sacaron sus palomitas para ver el peliculón. La cosa es que en un segundo round el alcalde de Torreón le reviró de nueva cuenta al empresario al decirle que no podía controlar a la gente, y que pues "con todo respeto de la empresa Lala" no iba a estar expidiendo cartas a la gente que vive en Torreón y que trabaja en Gómez Palacio, por lo que ya encarrilado don Carlos respondió a Zermeño: "no sé si no me entendió o no me expliqué bien… No más le digo que hay que inhibir la movilidad". El silencio incómodo se apoderó del recinto y todos optaron mejor por hablar de la Navidad para disipar la tensión. Ya para la rueda de prensa, el enojo del alcalde Zermeño fue tal que fue el único en salir sin cubrebocas.

La que salió a brindar el apoyo a su marido en sus redes sociales luego del encontrón con el empresario lagunero fue la primera dama de Torreón, Astrid Casale, quien se les fue a la yugular a las autoridades estatales, acusándolas de que son ellos los que deberían controlar eso de la restricción, así como de que deberían entregar cubrebocas a toda la población que no tiene recursos para pagarlos porque viven al día, algo que se le olvida a la presidenta honoraria del DIF Torreón, de donde han bateado a muchos usuarios de bajos recursos que van a solicitar algún tipo de apoyo, y que, por cierto, fueron los primeros en hacer home office en plena contingencia de salud.

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Con los antros, bares y cantinas cerrados, los que parecen estar cabizbajos no son solamente los aficionados a las bebidas etílicas, sino también los muchachos de la Dirección de Inspección y Verificación de Torreón, quienes, desesperados por no poder ir a trabajar y con la merma que eso implica para sus bolsillos, han decidido diversificar su cartera de clientes y ahora andan supervisando que las misceláneas y pequeños negocios, o incluso las tienditas de barrio, cumplan cabalmente con los protocolos de salubridad que ha impuesto por estos días la terrible pandemia del COVID-19. Nuestros subagentes, disfrazados de prueba pirata de coronavirus, nos comentan que los traviesos funcionarios llegan a los establecimientos comerciales reclamando al personal que atiende el hecho de no portar cubrebocas, no contar con los suficientes botes de gel antibacterial que indica la norma (una que ellos mismos se inventaron) o no tener la marca oficial de gel como lo indican todas la leyes internacionales de la liga antipandémica, además de no aplicar la sana distancia; es ahí cuando los funcionarios a cargo del jefazo Antonio López les dicen a los comerciantes que, por tratarse de la primera vez, ellos se harán los de la vista corta a cambio de una pequeña propina, aplicando la tradicional "ayúdeme a ayudarle". Asesorados por alguien, algunos comerciantes empezaron a poner cámaras de seguridad en sus negocios y, según nuestros subagentes, amenazan con subir a las inestables redes sociales una que otra visita incómoda de los inspectores a los pequeños comerciantes, que además de amenazados por la pandemia ahora tienen que cuidarse de los desesperados funcionarios.

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