La primera mitad del siglo XXI será ampliamente recordada por la pandemia del COVID-19 que ha puesto contra la pared al mundo entero y en especial a países poderosos como China, Estados Unidos, Italia y España.
Hace cinco años el fundador de Microsoft, Bill Gates, anticipó que la siguiente calamidad de la humanidad sería por un virus y no por una guerra mundial o un ataque nuclear.
Gates fue muy claro al señalar que los gobiernos han invertido demasiado dinero en armas y en dispositivos nucleares y muy poco en tecnología y capacitación humana para detener una epidemia internacional.
Hoy el tiempo y el funesto COVID-19 le han dado la razón al segundo hombre más rico del mundo, quien por cierto ha destinado buena parte de su fortuna en apoyar esfuerzos médicos para atender enfermedades graves como el sida y el ébola.
Pero ya es muy tarde para lamentarnos, hoy quienes vivimos en México o en Estados Unidos tenemos que enfrentar juntos esta grave contingencia y atender en primer lugar las recomendaciones sanitarias y en segundo lugar prepararnos para una larga crisis económica.
Nuestro vecino del norte se convirtió en los últimos días en el país con mayor número de casos al superar los 160 mil y los 2850 fallecidos. Todavía lejos en el número de muertos que suma Italia -12,430- pero con el creciente incremento de infectados podrían ser líderes en defunciones en las próximas semanas sin menospreciar la capacidad y calidad hospitalaria de Norteamérica.
Además de enviar ayuda directa a cada ciudadano -por lo menos 1,200 dólares-, el Gobierno yanqui ha lanzado vastos programas de apoyo para las empresas que están sufriendo las de Caín por la cuarentena del coronavirus.
Una de los programas contempla créditos blandos para cubrir la nómina de empresas por los siguientes tres meses y podría condonarse la deuda si sostienen la planta laboral luego de este periodo.
A pesar de ello infinidad de compañías han optado por recortar a su personal ante la falta de actividad, por lo menos tres millones de norteamericanos han recurrido al seguro del desempleo.
Los bancos lanzaron planes para apoyar a sus clientes, uno de ello incluye dejar de pagar la hipoteca de las casas durante los próximos tres meses sin intereses moratorios y sin afectar el historial crediticio. Estos tres meses serían pagados al final de la hipoteca o cuando el cliente se recupere.
En México la incertidumbre es mayor porque la ayuda para las familias que sufrirán la crisis de la pandemia será insuficiente y limitada a ciertos sectores.
Para colmo se le cargó al mano al sector productivo al obligarlo a pagar sueldos completos en el confinamiento del mes de abril cuando las empresas no esenciales no tendrán actividades ni ingresos. Tampoco se aplazó la fecha límite para la declaración fiscal anual.
Es de esperar que el Gobierno de López Obrador recapacite y pronto anuncie planes de emergencia para ayudar a las empresas. También los bancos y financieras tendrán que entrar al quite y dar facilidades a sus clientes para el pago de créditos hipotecarios y comerciales.
López Obrador pidió esta semana una tregua al sector privado, pero al día siguiente arremetió con el Fobaproa, tema que los jóvenes ni siquiera recuerdan pero que en su momento fue la salvación para la economía nacional.
Hay que seguir, pues, muy de cerca los programas para contener la pandemia, los mexicanos tendremos que unirnos y salir adelante como tantas veces lo hemos hecho en crisis anteriores.
Al mismo tiempo los Gobiernos, en especial el federal, están obligados a actuar con inteligencia y prontitud, salvar al sector productivo y con ello la planta laboral son las tareas cruciales.
APUNTE FINAL…
A estas alturas todavía hay personas que dudan de la gravedad de la pandemia del COVID-19 y menosprecian sus riesgos, algunos llegan a considerarla como una estrategia de los Gobiernos para eliminar a las personas de la tercera edad. Por favor no se vaya con la finta, la enfermedad por el coronavirus es real y peligrosa, si no lo creen pregúntenle al primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson.
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