En Gales, mientras todos se encuentran refugiados en sus casas o iglesias, esperando a que la crisis sanitaria de fin, alguien notó la ausencia de los pastores de rebaños, también recluidos, las cabras. (ESPECIAL)
En Gales, mientras todos se encuentran refugiados en sus casas o iglesias, esperando a que la crisis sanitaria de fin, alguien notó la ausencia de los pastores de rebaños, también recluidos, las cabras.
Con voraz apetito, en vídeos que se compartieron en redes sociales, se ha visto cómo estas se disponen a hacer el trabajo de poda de los jardineros, que tampoco están a la vista en la localidad de Llandudno.
Algunas bajaron de las montañas ante la quietud, se reúnen donde usualmente lo hacían los humanos previo al coronavirus. Están dispuestas a reclamar estas tierras e iniciarán por acabar con todo lo “verde”.
Los rebaños han tomado ya parte del balneario mayor de las costa galesa y, al momento siguen avanzando. No dan tregua a los jardines y ni quién las quiera ahuyentar, pues hay un virus mortífero allá afuera.
Lo único que la gente puede hacer es espectar, desde sus ventanas, es como sus arreglos florales pasan a mejor vida en un acto inmisericorde de las cabras.
En tanto, autoridades no han confirmado si tomarán represalias contra estos mamíferos por violar el confinamiento. Nadie está a salvo, especialmente los vegetales.
