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COVID-19: estereotipos y etiquetas

MAURICIO MESCHOULAM

A Yuanyuan Zhu, una mujer china que vive en EUA, le escupieron en la calle hace unos días; apenas uno más de los incidentes en los que decenas personas con rasgos orientales en diversas partes del mundo han estado siendo agredidas a causa de lo que los agresores consideran el "origen" de la pandemia. Trump mismo apoda al COVID-19 como el "virus chino". Ya desde febrero, la Liga-Antidifamación reportaba que el Coronavirus está exhibiendo el miedo, los estereotipos y la necesidad de encontrar chivos expiatorios en todo el globo. Sin embargo, el revisar lo que está pasando en distintas partes del globo a la vez, evidencia que los prejuicios son nuestros, este virus no reconoce ni desconoce, ataca.

Cuando desarrollamos etiquetas que envuelven a categorías enteras de grupos sociales, étnicos, religiosos, nacionales o culturales, entonces, cualquier individuo que, según asumimos, pertenece a esa categoría, comparte, en nuestra mente, los atributos que caracterizan a ese grupo social etiquetado, y, por tanto, comparte la "responsabilidad" de hechos y causas. La pandemia actual está exhibiendo muchas de esas conductas, toda vez que etiquetar al virus es, en realidad, etiquetar a seres humanos que lamentablemente, han caído enfermos.

El virus se esparce originalmente desde los mercados y se mueve rápidamente, por medio de cuerpos humanos, de la forma que encuentra para moverse mejor. En efecto, viaja, cuando puede viajar. Lo hace por avión, cuando a las personas les toca volar. Pero también lo hizo en autos y autobuses o por trenes, infectando a decenas de miles de todos los estratos sociales en China. Lo mismo inunda las iglesias en Corea que las plazas, centros comerciales o espacios públicos en Malasia, en Kenia o en Pakistán y de ahí a decenas de sitios. En Irán el virus se expandió desde las mezquitas entre y por personas que sólo iban a rezar. Desde ahí, el virus está viajando hacia Afganistán, pero no a causa de los negocios, sino por los refugiados que huyen del virus y sin desearlo, lo están portando con ellos.

El virus no es quien genera o reproduce los estereotipos y las etiquetas. Quienes lo hacemos somos nosotros. Asignar condiciones humanas al COVID-19 ("el virus chino" o el "virus fifí") es evadir la gravedad del problema real: (1) hay una crisis global y sistémica, (2) existen fuertes lazos de interconexión e interdependencia entre las partes y subsistemas, lo que hace que las vulnerabilidades de algunas de esas partes se conviertan en vulnerabilidades del sistema en su conjunto, (3) las respuestas aisladas están siendo ineficientes; solo esfuerzos coordinados, transversales y colaborativos podrán enfrentar la crisis de manera eficaz, (4) esto representa ya de suyo una enorme tarea y en ella deberíamos estar concentrados de lleno, (5) sin embargo, la polarización prevaleciente en muchos de nuestros países, de manera natural se entreteje con esa serie de circunstancias y obstruye nuestra capacidad para actuar de forma colaborativa y coordinada ante la crisis.

Resolver el torbellino que tenemos enfrente no es simple, y muy probablemente varios de sus componentes se encuentran fuera de nuestras manos. Pero de pronto, hay algunas cosas que sí podemos hacer. Tal vez no es mala idea empezar por deconstruir nuestros propios prejuicios, contribuir a reducir la polarización, pensar en los demás seres humanos que integran nuestro entorno, y privilegiar la colaboración y los esfuerzos coordinados entre personas y sectores de nuestra sociedad, como tantas veces hemos demostrado que podemos hacer en situaciones complicadas.

Twitter: @maurimm

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