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Ciudadanos frente a la pandemia

A la ciudadanía

GERARDO JIMÉNEZ GONZÁLEZ

Estamos viviendo momentos en la vida que surcan entre la realidad y la imaginación, de repente un virus sacude el estado de las cosas en las diferentes sociedades del orbe. Si bien ya hay antecedentes de otros virus similares como el SARS, que en 2002 afectó poco más de ocho mil personas y provocó el deceso de uno de cada diez afectados en un lapso de ocho meses, el actual coronavirus en menos tiempo ya multiplicó por demás la cantidad de afectados y muertes en varios países.

Tal parece que este virus se contagia más velozmente que los anteriores y afecta a segmentos de la población con sistemas inmunológicos frágiles: quienes padecen enfermedades crónicas, adultos mayores y niños pequeños, donde puede ser más letal. Si bien se estima, como ha ocurrido con otros virus, que su expansión será temporal y descenderá su impacto una vez que cubra las tres fases en que se manifestará y posteriormente podrá contenerse con los avances médicos.

Países como China, donde se presentó el mayor número de casos ha logrado contener la epidemia interna pero su transmisión afecta ahora con mayor agudeza en Europa. Llama la atención la capacidad de respuesta y atención del Gobierno chino, pero también de la población residente en esa nación, particularmente en la zona donde se originó y multiplicó el contagio.

Hay diferentes versiones que interpretan la forma en que los chinos han manejado esta crisis sanitaria, como también las hay sobre los demás países donde se ha manifestado, particularmente en aquellos en los cuales sus sistemas de salud se han visto rebasados. Es tal la lluvia de información que en no pocos casos crea confusión, las versiones que circulan, sobre todo en redes sociales, pueden aumentarla si no se pone atención debida sobre cómo se manifiesta y dimensiona esta crisis sanitaria.

En México el Gobierno federal a través del sector salud ha sido explícito en comunicarnos sobre la forma en que se está expresando la pandemia, identificando claramente las tres fases por las que atravesaremos, de que manera nos podemos ver afectados y cómo responder. Sin embargo, no deja de preocuparnos las débiles capacidades institucionales del sector de salud pública, tanto en infraestructura médica y recursos humanos especializados, ya que observamos reclamos del personal adscrito a él y de derechohabientes por la falta de abasto de insumos y equipamientos para enfrentar la atención de pacientes antes y ahora con la pandemia.

Para la mayor parte de los mexicanos que accedemos a alguna de las instituciones de seguridad social pública es conocida la saturación que enfrentan, la deficiencia de camas y personal médico, como también sabemos que no fue una prioridad de los gobiernos anteriores donde se construyeron elefantes blancos como el Hospital General de Gómez Palacio, se subcontrató personal médico y se hizo un jugoso negocio con los proveedores de medicamentos, solo por mencionar ejemplos notorios del deterioro derivado de la corrupción e impunidad que imperó en el Gobierno federal y no menos en los gobiernos locales.

La respuesta del Gobierno federal actual fue centralizar los fondos asignados al sector salud (y a otros sectores) creando embudos que ya afectaron sobre todo a pacientes y al propio personal que los atiende, quienes expresan reclamos legítimos. La crisis sanitaria originada por esta pandemia ha propiciado un caldo de cultivo por donde canalizan sus críticas la oposición, no tan legitimas como las de los afectados por el cambio en el manejo institucional de los fondos públicos.

Lo cierto es que la crisis sanitaria no es responsabilidad que se origine en el actuar del actual Gobierno federal, pero si la tiene en el manejo institucional que haga de la misma. Salvo los datos chuscos de la fuerza moral y las estampitas del Presidente, o su terquedad de no limitar su agenda, en general presenta un manejo responsable, al menos desde el centro de mando que la gestiona; el problema de la ineficiencia, ineficacia y posible negligencia proviene de un sistema institucional de salud pública deteriorado que no va mejorar en un año, y sobre el cual también los ciudadanos, derechohabientes o no de él, permitimos se debilitara.

Quizás donde son más los cuestionamientos al Gobierno federal es en el manejo que se está dando al impacto económico de la crisis sanitaria, algo complicado para las empresas que resentirán los efectos derivados de una disminución en sus actividades, particularmente delas pequeñas empresas sin soportes financieros o de la gran cantidad de personas que viven en la informalidad económica. Habrá que revisar, hoy y después de la emergencia sanitaria, si su atención prioritaria a los sectores más vulnerables fue la acertada o no, o si las medidas generalizadas que le reclaman los líderes empresariales de prórrogas en impuestos u otras serán aciertos o no del Gobierno federal.

El sistema de salud pública y la propia economía del país, serán puestos a prueba con esta pandemia y dará lecciones importantes para mejorarlo, si esto ocurre o no, tiene gran responsabilidad el Gobierno federal, pero también los ciudadanos quienes ya no debemos mantenernos callados si observamos la continuidad en el manejo perverso de la salud pública de los mexicanos. Las crisis también constituyen oportunidades para mejorar pero el momento actual requiere la conjunción de esfuerzos de los mexicanos y no de aprovechar las debilidades o errores de los gobernantes para defenestrarlos, ya habrá tiempo, una vez que pasemos el vendaval que aún no atraviesa por su situación más aguda, para valorar lo que se hizo o no, y pedir cuentas.

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