Columnas la Laguna

DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

"Cada día, asegurada, harás una pendejada. El día que no hagas dos debes dar gracias a Dios". En error mayúsculo, supino, había incurrido López Obrador cuando hizo coincidir el primer día de venta de los billetes de su lotería con la fecha de la protesta femenina contra la violencia de género. La actitud inicial de AMLO fue interpretada -correctamente- como una muestra más de la visible hostilidad que el Presidente de la República, el hombre más conservador de México, ha evidenciado en contra de los movimientos feministas. Bien hizo en sacar la pata que en forma tan inconsulta había metido, aunque el golpe que se infligió a sí mismo está ya dado y habrá de restarle simpatías entre grupos numerosos de mujeres. De nueva cuenta el malhadado asunto del avión sigue afectando a López Obrador en modo muy desfavorable. En ese breñal sin salida han quedado jirones del traje del emperador. La absurda rifa en que el avión se rifará pero no se rifará pone en apuros a la Lotería Nacional, vulnera flagrantemente las normas legales que rigen el funcionamiento de esa institución y deja ver el autoritarismo absolutista del Ejecutivo. Mi manera de protestar contra esa acumulación de desatinos será abstenerme de comprar un boleto de la aberrante rifa, al fin que muchos ricos los compraron ya, con lo que se vendieron. Lo único bueno que en torno de este asunto ha hecho AMLO es enmendar el terreno y cambiar el día en que la venta de los "cachitos" se comenzará. Si también hubiera dado marcha atrás en los casos del aeropuerto de Texcoco y de Dos Bocas otro gallo le estaría cantando. Y otro gallo también le estaría cantando a México.

"Me dicen que me estás poniendo el cuerno con un radioaficionado". Tal reclamación le hizo don Cucoldo a su mujer. "No es cierto -respondió ella-. Cambio y fuera". El compadre de doña Holofernes la preguntó: "¿Cuánto mide la milla?". "No lo sé, compadre -replicó la silvestre señora-, pero nomás al verlo a usted se sabe que no mide mucho". (No le entendí). Un hombre joven se pasó un año trabajando en una mina perdida en la montaña. A su regreso se reunió con sus amigos, y uno de ellos lo interrogó, curioso: "Entiendo que esa mina está en un lugar tan alejado que en el campamento no hay mujeres; sólo hombres. Dime: ¿tenías ahí actividad sexual?". "Claro que sí -replicó el otro-. Y súper". "¿Cómo 'súper'?" -se intrigó el otro. Explicó el recién llegado: "Autoservicio". El recién casado supo inmediatamente que su flamante esposa no era mujer de su casa. En la mañana del primer día, al ir a hacer el desayuno, le dijo ella: "No puedo hacerte el omelette que quieres. No encuentro el abridor de huevos". Un tipo le dijo al sultán: "Debe ser fantástico eso de tener 40 esposas". "Ni tanto -replicó el sultán-. Imagínate 40 pantimedias secándose en el baño". Dulcibel, muchacha ingenua, les anunció a sus papás que estaba un poquitito embarazada. Atribuyó su estado a un cambio de voz. "¿Cómo es eso?" -inquirió, ceñudo, el genitor. Explicó Dulcibel: "Siempre había dicho que no, y una noche dije que sí". Cierto individuo se compró unos lentes fantásticos: cuando se los calaba veía desnudas a las personas. Pagó el alto precio de aquellas maravillosas gafas, se las puso y vio a la dependiente de la tienda. "Desnuda" -dijo. Se las quitó, la vio y dijo "Vestida". Salió a la calle y vio a una hermosa mujer. "Vestida" -dijo. Se puso los anteojos y exclamó extasiado: "¡Desnuda!". Llegó a su casa, se puso las gafas y se asomó por la ventana. Su mujer estaba con el vecino. "Desnudos" -dijo. Se quitó los lentes, vio otra vez al vecino y a su mujer y dijo: "Desnudos. ¡Joder, ya se descompusieron los anteojos!". FIN.

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