Aristeo tiene ya 20 años que dejó el campo y se fue del pueblo donde nació en el eijdo San Sebastián a la ciudad de Gómez Palacio. (ARCHIVO)
"Si trabajas la tierra sí da para vivir, pero el problema ahora es que dan poca agua para regar y así es difícil, por eso la mayoría de los ejidatarios rentamos tierra y derechos", afirmó Aristeo Silva Andrade, campesino de 76 años.
Don Aristeo es originario del ejido San Sebastián, perteneciente a este municipio y ubicado por la carretera a Francisco I. Madero, Coahuila, pero hace varios años que abandonó su pueblo y se cambió a esta ciudad.
Entrevistado en la plaza principal, a donde acude todos los días por las mañanas, hasta la una de la tarde que el hambre comienza a sentirse y se va a su casa, en la colonia Lázaro Cárdenas.
Recuerda que sembraba frijol, maíz, en ocasiones algodón o tomate en las cuatro hectáreas que le dejó su padre, quien fue ejidatario original desde el reparto agrario de 1936 y tuvo años buenos. "Me acuerdo que un año estuvo buena la cosecha y vino un comprador de México y se llevó el tomate por 80 mil pesos. Sí me fue bien esa vez".
Hace ya 20 años que Aristeo dejó de trabajar la tierra, labor que combinaba con otro trabajo en esta ciudad y que le permitió obtener una modesta pensión, pero con la renta de la tierra y derechos de agua, que son 30 mil pesos al año, más la pensión otorgada por el Gobierno Federal, para él y para su esposa, dice que puede cubrir los gastos.
Enfatiza que la tierra es noble y da a quien la trabaja, "pero si es una hectárea o dos, no se puede ya, porque hay que meterle dinero para todo, desde preparar la tierra, la semilla, fertilizantes, el riego y todo lo que requiere un buen cuidado de la siembra".
Considera que la ayuda que les otorga el Gobierno federal, sí es de gran utilidad para la gente pobre.