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No se ha muerto Dios de viejo

JULIO FAESLER

La elección de los cuatro consejeros de INE pendientes de designación y las elecciones federales y locales que se celebrarán en 2021 están estrechamente hermanadas.

El nombramiento de esos consejeros cobra importancia por la neutralidad que debe caracterizar al INE en su crítica función de organizar los comicios. La arrolladora mayoría que controla MORENA en la Cámara de Diputados hace preocupante el que decida los candidatos.

El 24 de marzo un Comité Técnico de Evaluación presentará a la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados sus propuestas que a su vez han de enviarse para su aprobación al Senado de la República. En el caso de que el Senado no aceptase las propuestas, será la Cámara de Diputados la que modificaría los nombres para someter una nueva propuesta.

Del que el Consejo del INE esté constituido por ciudadanos capaces e imparciales depende la autoridad y credibilidad de ese órgano y los demás que forman el mecanismo electoral de México. Desde el punto de vista formal, nuestra democracia es operable, limpiada como quedó de tantos artificios y defectos que favorecieron todo tipo de fraudes durante los setenta años de PRI. La nueva administración política ha utilizado convertido el camino de la democracia la sistemática populista en su carril legislativo, administrativo y hasta judicial con clara exclusión de los que ofrecen opciones diferentes de solución a los retos nacionales.

Un primer problema surgió en el proceso de definición de candidatos a consejeros cuando Rosario Piedra Ibarra, Presidente de la CNDH impuesta a este cargo por el presidente de República, propuso al académico John Ackerman, conocido integrante de la estructura básica de MORENA, y esposo de la secretaria de la Función Pública, Irma Eréndira Sandoval, para ser miembro del mencionado comité evaluador. Afortunadamente en la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados los coordinadores del PAN y del PRI se opusieron firmemente a tal designación.

Resuelto lo anterior, se logró consenso en torno a los otros tres candidatos, a saber, el jurista Diego Valadés, la politóloga Blanca Heredia y Silvia Giolguli presidente de COLMEX.

En 2021 el electorado debe votar para que en loe 500 diputados se equilibren los pesos políticos que haga posible debates y leyes que integren diversas propuestas de solución a los problemas nacionales y aseguren una democracia participativa en el gobierno. La abstención en esos comicios sería funesta y hay que difundir por todos los medios lo indispensable que es asistir a las mesas electorales y votar con libertad y convicción. No hay razón para que por una nueva negligencia una nueva la aplanadora oficial arrasase con todo como en los tiempos ya superados. La máquina que con tanto esfuerzo y hasta riesgos se diseñó y armó para conducir a la estación de la democracia no ha de acabar jalando un ferrocarril que creíamos desechado.

Asegurados con consejeros sanos en el INE, nuestra tarea es preparar candidatos patriotas y modernos sean independientes o de partido. En algunos Estados de la república este proceso ya está en acción. Se trata de combatir para continuar el proceso de evolución política que su etapa históricamente más reciente arrancó desde los años en que las organizaciones ciudadanas creamos paso a paso, con escalones metódicamente calculadas y compartidos, depurando y cimentando las entidades electorales que hoy tenemos.

Lo que más urge en el México de 2020 es unidad. Ningún problema de los muchos que López Obrador quiere simplificar se resolverá sin reclutar a todo el país. Los apoyos populares de AMLO serán telúricos, pero faltan los artífices. La mayor parte de los problemas que se nos han acumulado son porque no las atendimos a tiempo. Retrasando su atención las soluciones se enquistan, empeoran.

La acción del Presidente debe ser inequívoca. También el ejercicio de la fuerza cuando hay razón. Los textos sagrados que sabemos el López Obrador siempre tiene en mente así lo enseñan.

Vienen meses difíciles para todos los mexicanos. Nadie le desea mal a México; pensarlo es en sí dañino.

Lo bueno hay que defenderlo mientras tengamos armas, No hay que perderlas nunca. En lo político, México tiene excelentes armas pero ni el Presidente ha de confiarse en la comodidad de las encuestas que todavía favorables, ni nosotros debemos resignarnos a todo lo que la fortuna nos recete….¡menos en las elecciones!.

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