EDITORIAL Sergio Sarmiento Caricatura Editorial Columna editoriales

No entender

Sin lugar a dudas

PATRICIO DE LA FUENTE
"La crisis se produce cuando lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer".— Bertolt Bretch

Ante cualquier situación de crisis, entre las que destacan toda clase de emergencias nacionales, los Gobiernos cuentan con diversas opciones para elegir en lo que a su posible resolución, manejo y tratamiento respecta. La eficacia gubernamental también se mide por el grado de competencia que observa cualquier administración a la hora de lidiar y resolver todo aquello que no está plasmado en un guion.

Cuando sobrevienen las crisis se puede optar por enfrentarlas, sortearlas o ignorarlas bajo el ánimo de que pasen o la ciudadanía termine olvidándolas. Sin embargo, en nuestra historia sobran ejemplos de Administraciones que, ya sea por desconocimiento, arrogancia o mal cálculo político, se vieron ante diversos imponderables y terminaron empeorándolos.

Dicen, con sobrada razón, que Enrique Peña Nieto y su Gobierno fueron indolentes, un tanto soberbios e imposibilitados para resolver muchas de las crisis suscitadas durante el sexenio. El primer año de Peña Nieto, aquel recordado por los grandes pactos y esfuerzos reformadores, pronto fue opacado gracias a distintos escándalos y tragedias que dieron traste al proyecto en su conjunto. De hecho, tales acontecimientos sirvieron para evidenciar cuán arraigada se encontraba la corrupción como praxis colectiva a los más altos niveles del escalafón federal.

El triunfo de Andrés Manuel López Obrador ocurre, en gran medida, debido a la respuesta contundente de treinta millones de mexicanos hastiados de la frivolidad y excesos característicos de la clase política emanada de Atlacomulco. De toda suerte, el voto a favor del proyecto lopezobradorista le apostó a un cambio abrupto de narrativa.

Pero además, dicha victoria implicó aglutinar a todas aquellas corrientes y expresiones que habían sido históricamente olvidadas y en muchos casos perseguidas y violentadas. Se pensó que la llamada Cuarta Transformación lucharía por darle voz y propósito a tal diversidad de opinión y causas. Y es que aunado a la probidad indiscutible del hoy presidente, durante 18 años López Obrador se mostró como un político cercano y sensible a las distintas problemáticas que afectan a los mexicanos.

Por ello, hasta para quienes votaron por el actual Gobierno resulta un tanto complicado -por no decir frustrante- que ahora, ya desde el ejercicio de la presidencia, el titular del Ejecutivo a menudo soslaye o minimice que el país enfrenta múltiples coyunturas irresolutas que si bien no corresponden ni fueron causadas por el nuevo Gobierno, hoy se encuentra en la obligación de atenderlas.

La alarmante crisis e incremento en el número de feminicidios -asesinato de una mujer por cuestiones de género- no viene de ayer ni es culpa del presidente López Obrador. En la actualidad, cada diez minutos una mujer es asesinada. Por ello, ante la ola de feminicidios que nos rebasa, es competencia y responsabilidad del Gobierno que representa López Obrador el atender con prontitud y celeridad dicha emergencia. Además, urge elaborar e implementar políticas públicas de largo aliento que conduzcan a atenuar dicha ola criminal en el menor tiempo posible. Si nos basamos en lo dicho por el presidente tras el asesinato de Fátima, es notorio su desconocimiento en materia de violencia de género y apremiante que se sensibilice ante la tragedia por la que atraviesan miles de mujeres todos los días.

Lo deseable sería que el mandatario y sus cercanos se reúnan con especialistas no solo en el ánimo de informarse mejor, sino también a efecto de elaborar e implementar una estrategia distinta a la que hoy existe y que ha demostrado ser ineficaz.

Ojalá me equivoque, pero todo hace suponer que el presidente se mantiene en la postura de achacar la culpa por dicha emergencia tanto a sus opositores como a Administraciones pasadas bajo la premisa errónea de izquierda o derecha, liberal o conservador. Dicha valoración, propia de una campaña, pero inadecuada para quien ostenta la jefatura del Estado, no hará sino profundizar la crisis; de ahí que pidamos un mayor grado de racionalidad, mesura y sensibilidad por parte del mandatario y muchos de sus colaboradores.

No bastan actos de fe ni trabalenguas interminables o invitando a quienes violentan a las mujeres "a que se porten bien". Ni la Cartilla Moral ni los buenos deseos resolverán una problemática que afecta al país entero. Tampoco ofreciendo amnistías o achacándoles la responsabilidad a otros será suficiente.

La iniciativa Un Día Sin Nosotras quizá no combata el problema de raíz, pero merece nuestro absoluto respaldo y acompañamiento, pues resulta fundamental a la hora de evidenciar y poner el acento en un hecho incontrovertible: hasta ahora ningún Gobierno o política pública ha logrado dar solución a una circunstancia trágica que a todos nos lastima, preocupa y rebasa.

Basta de discursos huecos. A las mujeres las están matando.

Twitter: @patoloquasto

Facebook: Patricio de la Fuente GK

Instagram: @patoloquasto

Leer más de EDITORIAL

Escrito en: sin lugar a dudas

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 1677797

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx