Ruth comienza a laborar cerca de las 8 de la mañana y termina su jornada hasta las 21 horas. (EL SIGLO DE TORREÓN/ PRIMITIVO GONZÁLEZ)
Las necesidades del hogar y el deseo de que sus tres hijos estudien fueron el acicate que llevó a Ruth a ayudar a su esposo con los gastos. Desde hace dos años se convirtió en taxista, al igual que su pareja.
Ruth Ruiz Solís, de 40 años de edad, dice que al darse cuenta que no había suficiente dinero en la casa para sacar a sus hijos adelante y que se convirtieran en profesionistas, se vio en la necesidad de hablar con su esposo y pedirle su apoyo para también ella ingresar a trabajar como taxista.
Desde las seis de la mañana comienzan las actividades para Ruth, pues hay que realizar los trabajos propios del hogar, preparar los alimentos para todos y llevar a sus hijos a la escuela. A las 8:00 horas, aborda su taxi y comienza con su trabajo, el cual termina hasta cerca de las nueve de la noche, aunque en el intermedio va a su domicilio para cumplir con sus obligaciones de ama de casa.
En la actualidad, Ruth tiene un hijo de 21 años que estudia ingeniería, otra más de 16 años, estudiante de preparatoria; y el pequeño, de nueve, que está en la escuela primaria.
Cuenta que su trabajo es cansado pero sí sale para pagar la renta del taxi y le queda dinero. En los días buenos Ruth gana alrededor de 400 pesos, pero hay días que no le va muy bien, pues debe salir primero para la renta del vehículo y la gasolina. El domingo es el mejor día para ella, ya que su patrón no le cobra la renta, que es de 350 pesos diarios y obtiene así mayores ingresos.
Ruth dice que apoya a su esposo con todos los gastos, que son muchos. En ocasiones se ven rebasados por las necesidades y aunque en la actualidad no están en la bonanza económica, cuando menos alcanzan a cubrir las necesidades de la alimentación, ropa, calzado y el estudio de sus tres hijos.
Considera que buscar la independencia es muy difícil, pues para empezar, las agencias de vehículos piden muchos requisitos, como tener cuenta en el banco y con buenos ingresos, aval para otorgar el crédito, que es muy difícil de conseguir y es por ello que trabajan a renta, pero les va bien y entre los dos van saliendo adelante.
Fechas como el 14 de febrero, 10 de mayo y otros festivos, así como la temporada navideña, son los mejores días para la taxista, pues hay mucho movimiento y más derrama económica, de tal manera que hay más gente que demanda taxi.
Respecto a su seguridad, Ruth dice que en la base donde labora les dan capacitación y las hacen conscientes que las mujeres son más vulnerables en ese tipo de trabajo, es decir, hay un protocolo de actuación y ellas les dan preferencia a personas vulnerables, como mujeres embarazadas, con niños, adultos mayores y personas con discapacidad.
Cuando ven a un hombre en evidente estado de ebriedad y que les hace la parada, las taxistas no se detienen como una forma de seguridad. Además, ellas cuentan con el apoyo de sus compañeros por medio de la radiocomunicación de la base ante cualquier riesgo o percance.
Cada vez, dice Ruth, hay más mujeres que se incorporan a esta actividad y en muchas ocasiones son preferidas por las mujeres o personas con niños, que solicitan taxi, pues dicen sentirse más seguras ya que ellas son más precavidas al manejar.
Entrevistada frente a la plaza principal de esta ciudad, Ruth se despide y continúa con su agotador trabajo que termina hasta poco después del anochecer.
