Columnas Social

PIÉNSALE PIÉNSALE

ARTURO MACÍAS PEDROZA

EL NIÑO EN LA SOCIEDAD VIOLENTA

PRIMERA PARTE

Nuestro tiempo ve emerger instancias radicales que "oprimen" a los niños en su búsqueda de su inacabada expresividad de sí mismos. Aunque son los más débiles y no tienen voz, sin embargo son los más temidos y temibles por su carga de inédita y totalmente nueva.

Los medios se han ocupado de informar sobre la violencia, como lo hemos visto en días pasados con acontecimientos recientes en la Laguna (balacera en un centro educativo y abuso sexual en otro), aunque no siempre de manera adecuada. Pero no es sólo en este el tipo de violencia en lo que hay que poner atención. Hay un violencia más sutil que se esconde en las relaciones sociales comenzando por el momento de la concepción, del cual la violencia física es solo la manifestación más primitiva.

Buscar analizar el fenómeno de la violencia o de la grave falta de atención a la realidad del niño sobrepasa los límites de esta columna. No es ciertamente un texto exhaustivo de la problemática; sin embargo estas líneas quieren ofrecer una manera de interrogar la realidad después de descubrir los códigos de lectura. Afrontar el tema desde la interdisciplinariedad, con visiones diversas e instrumentos psicológicos, sociológicos, didácticos, políticos, jurídicos y experienciales es necesario para analizar los hechos relativos a la relación sociedad-niño. Los resultados habrá que reordenarlos en una síntesis nueva que los entienda. Reordene e ilumine.

Denunciar estos hechos, con precisa referencia a la realidad histórico-política actual es una consecuencia directa. Organizar una esperanza histórica, una "política" que permita a los nuevos seres humanos convertirse realmente en sujetos de derecho y de cultura y proponer experiencias sobre las cuales reflexionar y confrontarse es el inicio de un camino de cambio, a partir del peso inobjetable de los hechos.

No se trata de hacer un test a los niños de 6 años que indiquen su potencial de violencia para luego someterlos a una especie de "lobotomía" química (propuesto ya por Richard M. Nixon en los Estados Unidos). Sino de verificar un desconcertante potencial de violencia adulta, personal y estructural hacia el niño. En nuestra época industrializada y urbanizada, aún garantizándoles la sobrevivencia olvidamos crearles un espacio y dejarles la posibilidad de decirnos, a través de la emergencia de sus necesidades, su mensaje original.

Los resultados científicos dan por cierto que lo que sucede en los primeros años de vida es en gran parte irreversible: o se da entonces o ya no se dará nunca. De aquí la necesidad de parte de nosotros los adultos de revisar el diálogo personal con el niño, su relación con las estructuras (familia, escuela, sistemas de salud, eclesiales, jurídicas), el lenguaje oral, el de las películas y programas que ve; de proyectar una nueva política que tenga también en cuenta a los "invisibles", "marginados" y "sobrantes" de nuestra sociedad que son por ejemplo los discapacitados, los hijos de los emigrantes, los niños del sur del país, los niños indígenas.

Así huyendo tanto del "espontaneismo" como del dogmatismo, recordando que en la maquina social se insertan y deciden por el cambio las libres decisiones voluntarias, se busca también que este texto sea un punto de debate y de discusión para todos aquellos que están atentos a lo "nuevo" que viene y a lo viejo que es necesario cribar con extremo cuidado para sacar lo valioso que tenga cada uno.

Algunos temas posibles para reflexionar próximamente en este espacio podrían ser: ¿En dónde inicia la violencia?; Los buenos hábitos, la violencia de la manipulación desde el inicio de la vida, el efecto de la gran ciudad, diferencias sexuales, la pobreza, la pornografía, violencia en los medios, la libertad limitada, la formación de ciudadanos o de súbditos, los niños enfermos, una ciudad para niños, los servicios sociales, costos y explotación de los más débiles, guarderías, la religión, la catequesis, educación… esperamos que para el lector esta serie sea de su interés y le haga a pensar, debatir, participar y ser, especialmente para los niños, un constructor de paz.

Continuará...

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