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Marcan sus vidas para siempre con revisión tras tragedia en colegio

Un menor asesinó a una maestra e hirió a cinco compañeros y a un profesor

ILUSTRACIÓN: ALEJANDRA MORALES

ILUSTRACIÓN: ALEJANDRA MORALES

GUADALUPE MIRANDA

Luego de vivir una de las experiencias más violentas que jamás imaginaron al interior de su escuela, en donde uno de sus compañeros acudió a clases con dos armas de fuego, asesinó a una maestra e hirió a cinco alumnos y a un profesor para después quitarse la vida, al regresar a clases los alumnos del Colegio Cervantes, fueron sometidos a una rigurosa revisión, con el único fin de evitar una nueva tragedia. Para especialistas, este hecho marcará sus vidas para siempre.

Con sus pertenencia a la vista de todos se realizó el retorno de la mayoría de los estudiantes a clases, a una semana después de lo sucedido, una semana después de haber sido noticia mundial.

Pero eso no era todo. Al ingresar al plantel, debían pasar por un detector de metal que garantizara que no llevaban ningún tipo de instrumento que pudiera representar un riesgo para todos. Si no portaban sus pertenencias a la mano o con una mochila transparente o de red, como lo sugirieron los especialistas, debían dejar su mochila tradicional en una mesa, en donde sería revisada hasta el último rincón, ya sea por una madre de familia o maestra de la institución, sin ninguna privacidad.

Finalmente fueron sometidos a un detector de metal de mano. Sus piernas y brazos debían estar separadas, como en las revisiones que realizan las autoridades a los sospechosos, para poder pasar el artefacto por su cuerpo. A tal procedimiento fueron sometidos todos los estudiantes del edificio donde se registró la tragedia.

Para el sociólogo por la Universidad Autónoma de Coahuila (UAdeC), Roberto López Franco, dichos mecanismos de "prevención" tienen dos versiones: la primera que es necesario e indispensable, y la segunda, que es una violación a la intimidad de los niños.

"Lo que no está reconociendo la institución o las instituciones educativas, que no contaban con los mecanismos de control ni para prever este tipo de fenómenos ni para atenderlos", dijo el especialista.

Las instituciones fallaron, recalcó, pues el menor que detonó sus armas en repetidas ocasiones contra sus maestros, compañeros y contra él mismo, solo encontró un área de oportunidad para hacerlo.

"El niño solamente encontró un área de oportunidad donde dijo: 'tengo pistolas, ya vi los videos en Youtube, ya vi un programa, ya sé cómo disparar un arma', con la seguridad de que nadie lo iba a interceptar, de que no había mecanismo para atender eso. Entra, se levanta para ir al sanitario, recrea una escena audiovisual introyectada precisamente de lo mediático, sale y ejecuta", explicó el también psicólogo.

Desde la perspectiva psicológica, explica el especialista que es necesario que los padres estén atentos ante cualquier cambio de conducta de sus hijos, pero no solo durante los siguientes días, semanas o meses, sino en los siguientes años, pues el estado de ansiedad que pudieron experimentar, sobre todo los que vivieron de cerca el hecho o que convivieron con el protagonista de la tragedia, pudiera generar cambios en ellos.

"Algunos van a manifestar depresión; otros, trastornos del sueño; otros, trastornos alimenticios; otros seguramente trastornos obsesivos compulsivos paranoides. Por eso es importante que haya un programa que atienda a tres o cuatro años adelante, que le dé seguimiento a este fenómeno y ver que los efectos postraumáticos van a ser atendidos y que se canalicen y que la gente sepa a dónde".

NO APRENDIMOS

El hecho del Cervantes demostró que la Comarca Lagunera no aprendió de los años violentos que sufrió hace casi una década.

"No aprendimos de lo que nos sucedió, lo padecemos, lo recordamos, pero no hemos generado nuevas conductas de comportamiento. Apenas se relajó el tema y vámonos al antro, deja el auto en doble fila y andamos como si nada. Esto del colegio nos alerta, la violencia aquí está, no se ha podido erradicar. El Gobierno estatal no ha querido reconocer que sigue presente esa violencia. Y si los gobiernos (estatal y municipal) no hacen algo para atender esto, creo que nos corresponde a nosotros como ciudadanos, como parte de la sociedad civil, empezar a cuidarnos y no exponernos más allá de lo deseable", dijo el especialista.

Como prueba de que las medidas de prevención se han relajado, dice, es que precisamente el tema del colegio ha comenzado a parecer como algo lejano, "como eco, como si no se fuera a repetir. A la mayoría de la gente ya se le pasó, ya no habla de eso, dice: 'ya lo solucionaron con el experto que trajeron'. Entonces sí creo yo que la ola de violencia que padecimos no la aterrizamos para organizarnos como sociedad", mencionó López Franco.

Y es que insiste en que el Gobierno municipal y estatal, no tomaron en cuenta este fenómeno de violencia que se vivió en la Comarca Lagunera como para mantener, por lo menos, informada a una sociedad para no bajar la guardia.

"La bajamos de una manera impresionante. El Paseo Morelos son el ejemplo, es un exceso de confianza, creemos que no nos va a suceder, que no nos va a pasar. Yo creo que lo que sucedió en el Colegio Cervantes vuelve a poner la alarma sobre la violencia que estamos padeciendo y nos dice: 'aguas, porque esto puede suceder en cualquier parte de la ciudad'".

CUESTIÓN DE DISCRIMINACIÓN

Para López Franco, el hecho de que el tiroteo se haya registrado en el colegio, con su nivel de trayectoria académica y su nivel socioeconómico, su impacto fue mucho mayor. De haberse registrado en un polígono de alta marginación o violencia, no habría sido tal.

"Si hubiera sucedido en una escuela pública o en una zona marginal de Torreón, el impacto mediático no hubiera sido tan extremo como se dio en este caso. Porque hay una cuestión de discriminación muy fuerte acerca de que son polígonos sociales marginados, en los cuales se puede esperar eso y cualquier otra cosa".

Explica que el hecho también puso de manifiesto que la institución educativa, cualquiera que esta sea, puede convertirse en un campo de batalla para detonar la violencia. Señala que ante tal situación es importante analizar la reconfiguración que ha sufrido la figura de la familia en la Comarca Lagunera.

"Estamos hablando de que se tiene que hacer un análisis sobre qué está pasando en los núcleos familiares, ver si hay padre presente, si son núcleos familiares preferentemente dirigidos por madres. ¿En qué colonias se da este fenómeno? ¿Hay matrimonios funcionales o son disfuncionales? Revisar muy bien a qué tienen acceso, me refiero a que si tienen un parque, un centro deportivo, a donde llevar a sus hijos a que realicen actividades que fortalezcan el sistema nervioso central, y por lo tanto generen una conducta y un comportamiento más sano".

LLAMADO

Lo sucedido aquella mañana del 10 de enero en dicho plantel educativo debe ser un llamado para que los padres estén más involucrados en la atención, cuidado y sobre todo en el proceso educativo que están llevando sus hijos.

"No había realmente una conciencia. Los papás simplemente daban respuestas muy ligeras, no se comprometían, no estaban atentos a lo que veían sus hijos, e incluso en las familias es muy común regalar dispositivos electrónicos a tempranas edades, les dejaban prendidas las televisiones, computadoras, tabletas y creían que no tenía una afectación en la conducta y comportamiento de los niños.

Pero finalmente el viernes antepasado tuvimos un evento en el Colegio Cervantes que puso de manifiesto que todo lo que sucede en el hogar y todo lo que tiene que ver con los procesos de socialización pueden detonar en el espacio secundario que es obviamente la escuela. Hoy en día la escuela se ha convertido en un espacio de socialización para poder de manifiesto las conductas y los comportamientos que se han aprendido preferentemente en el hogar". Por otro lado, dice que en la parte académica, nunca se dimensionó que en sus centros educativos se podía detonar una violencia "porque pensaban que la calidad educativa, el control administrativo, el rigor que los profesores pueden tener con las materias, y las tareas eran suficientes para detener cualquier brote de violencia que se pudiera dar. Pero ya está demostrado que no, que en uno de los mejores colegios de la Comarca Lagunera fue justo donde se detonó esa violencia. Entonces a partir de este momento queda de manifiesto que la familia lagunera, al menos, tiene una reconfiguración que debe ser estudiada", resalta el psicólogo y sociólogo.

Recomienda tener un especial cuidado en los menores de 13 años hacia abajo. "Esa generación hay que cuidarla porque nació entre cables, redes sociales, internet y aunque no nos guste, entre mensajes de sexualidad, violencia y pornografía, que es lo que más se consume. Y lo peor es que tienen acceso libre a eso por la ausencia de los papás", finalizó.

Para evitar otra tragedia, se pidió que los estudiantes llevaran mochilas transparentes a la escuela. (EL SIGLO DE TORREÓN)
Para evitar otra tragedia, se pidió que los estudiantes llevaran mochilas transparentes a la escuela. (EL SIGLO DE TORREÓN)
A una semana del incidente, los alumnos del colegio fueron revisados con un detector de metal. (EL SIGLO DE TORREÓN)
A una semana del incidente, los alumnos del colegio fueron revisados con un detector de metal. (EL SIGLO DE TORREÓN)
Con un detector de metal de mano, se realizó la revisión de seguridad a los alumnos del Colegio Cervantes, luego de la tragedia ocurrida el 10 de enero. (EL SIGLO DE TORREÓN)
Con un detector de metal de mano, se realizó la revisión de seguridad a los alumnos del Colegio Cervantes, luego de la tragedia ocurrida el 10 de enero. (EL SIGLO DE TORREÓN)

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