Columnas la Laguna

ANÉCDOTAS

SI NO LOS CURAS AL MENOS HAZLOS REÍR

HIGINIO ESPARZA RAMÍREZ

Es un placer atenderle, agradezco su llamada, ¿En qué puedo servirle? fue la respuesta invariable de los telefonistas a los derechohabientes solicitantes de citas con el médico familiar o con el odontólogo. Ese trato amable se dio en el 2019 en el Instituto Mexicano del Seguro Social, pero ahora subsisten dos problemas: las largas esperas en el consultorio colectivo "Unifila" y el otro, el más grave, la falta de medicamentos.

El buen trato se refleja en los médicos familiares y las jóvenes que figuran como asistentes, pues hasta llaman por su nombre al asegurado que se acerca tarjeta en mano al mostrador. -Tengo que conocer a todos mis pacientes, precisa la gentil damita del consultorio 5 del IMSS Gómez Palacio.

Cambia el rostro afligido de los dolientes que ya sufren punzadas en las sentaderas por permanecer tanto tiempo en las salas de espera de la institución. Los más viejos sufren entumecimientos y dan cuatro pasos para allá y cinco para acá a fin de aliviar los efectos de la inmovilidad.

Estas escenas se repiten a mañana y tarde en los largos pasillos donde se encuentran los consultorios del Instituto Mexicano del Seguro Social y hay incomodidad entre los citados con un reproche implícito: ¿Por qué nos citan a una hora y el médico nos recibe mucho después? Y señalan que entre las recomendaciones impresas en la Cartilla Nacional de Salud destaca la número cuatro: "Acuda puntualmente a su cita el día y a la hora programada"

En los consultorios se abren grandes lapsos porque el médico va retrasado y llega barrido a las consultas, pero no hay explicaciones previas, violando la recomendación número 6: "Siga todas las instrucciones del personal médico, de enfermería o de otro prestador de servicios de salud". Aquí se alteran las cortesías pero eso sucede excepcionalmente.

Salvo lo anterior, sólo hay que tener paciencia y ganas de cumplir con las nuevas reglas que exigen la contra referencia, por ejemplo -Pero mi médico familiar ya sabe lo que tengo y qué medicamentos recetarme. - Nada, nada, usted cumpla y actualice su tarjeta, así lo ordena el sistema. Pero en la botica no hay pravastatina ni complejo B, entre otros fármacos.

Todo lo alivia aunque sea pasajeramente, el médico del consultorio 5 empeñado en hacer reír a los dolientes con el cuento de que la risa proporciona salud, paz, alegría y saca a flote los valores personales y genera bienestar físico y mental tanto en el trabajo como el hogar, en la calle y en la familia, baño incluido.

Advirtió que quien no practique la risa como ejercicio diario, se priva de todos esos valores y cualidades y en su egoísmo antepone la alegría y la felicidad personal y la de los demás. La risa, precisó, tiene que ser espontánea, para nada fingida. -Es un ejercicio que cura físicamente y salva el espíritu, insistió. -Sólo le falta -pensé- recorrer los distintos departamentos del IMSS, prestaciones económicas, pensiones, vigencias y otros, para invitar a los encargados a reír y dejar de lado su mala cara, exceptuando los de farmacia, quienes son solícitos y afables. -Ya me voy madrecita a trabajar, -Que te vaya bien hijito, si no los curas al menos hazlos reír, cuenta con juguetona sonrisa terapéutica el galeno del consultorio 5.

Pero no todo es terciopelo en el Seguro Social: no tiene medicamentos suficientes y tal anomalía golpea fuerte a los pacientes que llegan de los ranchos y no saben qué hacer ante las tajantes negativas de los despachadores. El "no hay, no hay, vuelva la próxima semana" al estilo de Juan Gabriel, se repite con frecuencia y ahí es cuando se viene para abajo la eficacia sanadora de la institución y se vuelve burocrática. Ya no hay, tampoco, sonrisas.

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