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Amnistía

ENFOQUE

RAÚL MUÑOZ DE LEÓN

La iniciativa presentada por el titular del Poder Ejecutivo Federal relativa a la Ley de Amnistía, aprobada ya por la Cámara de Diputados con 285 votos, y enviada al Senado para el trámite legislativo correspondiente pretende, según la Exposición de Motivos, terminar con el clima de violencia que impera en todo el país, restaurar la paz social, lograr la armonía entre los mexicanos y acabar con la pobreza y la marginación.

Así enunciado el propósito de dicha legislación parece noble, pero, ¿es abriendo las puertas de la cárcel a los delincuentes para dejarlos en libertad, y autorizando a robar a quien quiera hacerlo, siempre que no sea robo con violencia y el monto del delito no sea superior a los 50 mil pesos, cómo se alcanzará la paz social?

Según datos del INEGI, de 14000 reos sentenciados que purgan una pena, aproximadamente 6450 serán beneficiados con esta ley que, de ser aprobada por los senadores, entraría en vigor en enero próximo, tras de que haya sido promulgada por el Presidente de la República y publicada en el Diario Oficial de la Federación.

Esto significa que estrenaremos el 2020 con una carga delincuencial tremenda, si se deja en libertad a tal número de infractores de la ley, que ya purgan una pena por habérseles encontrado responsables penalmente de algún delito. Esta acción del gobierno que, repetimos, es noble y generosa, alentará a un número indeterminado de potenciales delincuentes, al saber que hay una ley que los protege si incurren en conductas delictivas, sin correr el riesgo de ser detenidos y puestos en prisión provisional. ¡Aguas!

En casos como el que se cometa, lo que procede es valorar los intereses que están en juego; la axiología proporciona una escala de valores, colocando a unos como superiores sobre otros. Creo que está demás señalar que el interés de la sociedad en general es superior desde cualquier ángulo al interés de grupos o personas.

No conviene entonces, ni es recomendable, política y moralmente, poner en riesgo a la sociedad, dejando en libertad a delincuentes ya sentenciados, pues no es verdad que lo entenderán como una nueva oportunidad para reincorporarse a la sociedad y ser eficaces y productivos, socialmente hablando. ¡Nadie se hace bueno en la cárcel!

Estamos de acuerdo en que muchos han sido acusados y sentenciados injustamente, que fueron víctimas de procesos amañados y que pagaron una pena siendo inocentes, más al llegar a la cárcel se contaminan del ambiente delincuencial que allí priva.

Con razón se ha dicho que las cárceles perfeccionan a los internos con diplomados y doctorados en el delito; a quienes tienen la mala suerte de ingresar en ellas. Muchos llegan a los penales arrastrando una pena por falta de una defensa eficaz, de un abogado inteligente que no supo ponderar la inocencia de los acusados. Los ejemplos abundan.

Pero también se hallan en las prisiones, delincuentes poderosos. Líderes de organizaciones criminales que desde adentro controlan a grupos de asaltabancos, de narcomenudeo, de robo a casas-habitación; son algunos de los especímenes huéspedes de las cárceles mexicanas que eventualmente pueden resultar beneficiados con la amnistía decretada por el gobierno federal, poniendo en serio y grave peligro a una sociedad, ya de por sí atemorizada con el elevado clima de violencia e inseguridad que permea el país.

Podrían explorarse otros medios que expongan menos a la violencia para reconstruir el tejido social tan deteriorado, porque ciertamente desde una perspectiva realista y objetiva, amnistiar a reos peligrosos, concediéndoles la libertad, deja en el desamparo al grupo social en su conjunto.

Afortunadamente el trámite legislativo no se ha agotado; la minuta aprobada por los diputados está ahora en la Cámara de Senadores para su discusión y eventual aprobación. Ojalá los senadores hagan el análisis idóneo que la situación exige y requiere: proteger los intereses de la sociedad es prioritario sobre cualquier individuo o grupo. Que detengan la propuesta presidencial en obsequio del bien social.

Claro que la libertad es un valor superior al que todo individuo tiene derecho; después de la vida, la libertad y la justicia. . . decían los griegos; pero cuando se violan las normas de la convivencia, cuando se rompen las columnas que sostienen el pacto social ese derecho se restringe en garantía del bien común.

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