EDITORIAL Sergio Sarmiento Caricatura Editorial Columna editoriales

El voto es libre y secreto

HISTORIA URBANA

RAÚL MUÑOZ DE LEÓN

Don Jacinto era un célebre personaje en la colonia popular “Las Amapolas” de la ciudad donde residía. Se interesaba en la política local y la practicaba según su muy particular criterio y punto de vista. Dirigente de la organización popular “Activistas por la vida” que él mismo fundó. “Es para tener representatividad”, decía. “En este mundo y, específicamente, en este país, si no representas a alguien, no tienes existencia política, no existes, simplemente”, agregaba. Era su modo de filosofar.

“Además, con una organización tienes la posibilidad de solicitar y obtener recursos públicos, tanto federales como del Estado”, reflexionaba aquel viejo zorro de la política municipal. Aquí se relata como constituyó , don Jacinto, su organización. “Todo lo que tenemos que hacer es convocar a la raza, procurando que asistan, sólo los que están de acuerdo con nosotros”, le comentaba a uno de sus más cercanos e incondicionales colaboradores.

Éste, llamado Refugio, pero conocido más por el apodo “El Charal”, por su esmirriada figura, tímida e ingenuamente, se atrevió a preguntar al líder, pues apenas se iniciaba en las prácticas políticas: ¿y cómo le hacemos para que vengan, pues ya nadie quiere al Partido, al que pertenece nuestra organización?”.

“Ponte almeja, Charal, hay que ofrecerles que con los programas de bienestar social del gobierno les resolveremos sus problemas, y si es necesario prometerles que acabaremos con su pobreza, que les conseguiremos créditos para vivienda, y hasta un carro les vamos a gestionar”. “Cítalos para el viernes próximo a las cuatro de la tarde en el salón de actos de la Colonia, y si todavía algunos se resisten a asistir, me los pones en una lista aparte, para tenerlos en cuenta”.

“Lo primero que vamos a hacer es integrar un comité de apoyo de mi candidatura a la dirigencia de la organización que vamos a constituir”. “Búscate dos mujeres entronas, que muevan a la gente, pero que sean rivales entre ellas; en política no hay que dejar que nadie agarre fuerza mayor que la del “jefe”, que en este caso soy yo; a una la vamos a nombrar secretaria de acción femenil, y otra secretaria de organización; que sean hablantinas, que ataquen duro a las instituciones públicas pero que siempre reconozcan la labor del presidente de la República, del gobernador del Estado y del presidente municipal. También consigue a dos o tres “chavos”, preparados o que estén estudiando. Hay que dar la apariencia de que estamos con la juventud, que la apoyamos y que luchamos por sus objetivos y sus ideales. Pero si alguno quiere rebasar los límites, hay que someterlo al orden”.

Llegó el día de la asamblea, después de inaugurar los trabajos, se autopostuló como candidato a dirigir la organización que acababa de nacer. Nadie se le enfrentó, no hubo otro candidato, por lo que don Jacinto resultó electo Presidente del comité directivo de la Colonia “Las Amapolas” y asumió el liderazgo con tanto poder que pronto se convirtió en administrador del servicio postal que había en la colonia; en oficial del registro civil, lo que le daba facultades para celebrar matrimonios y autorizar divorcios.

Se convirtió en un hombre temible, presumiendo que llevaba buena relación con el presidente municipal en turno y que era compadre del gobernador. La gente lo respetaba, y más que respeto le temía, porque don Jacinto era de “armas tomar”, pero también es cierto que ayudaba a los necesitados, los recomendaba con empresario para que consiguieran trabajo, por lo cual muchos de los colonos y personas de otras áreas urbanas le estaban agradecidas.

Era, pues, como decíamos al principio de esta historia urbana un personaje célebre. Lo siguiente, lo pinta de cuerpo entero: se celebraba la jornada electoral para elegir al presidente municipal de su ciudad en julio de 1977. Don Jacinto era presidente de la sección electoral o sea de la casilla que se instaló en su casa, correspondiente a la jurisdicción territorial de su colonia.

La ley electoral establece que las casillas abrirán de las 8 de la mañana a las 6 de la tarde; podrán cerrar antes si ya votaron todos los de la lista nominal, e igualmente si siendo las seis de la tarde, aún hay gente haciendo “cola” para votar, la casilla seguirá abierta. Pero éstas eran minucias legaloides para don Jacinto. El cerró la casilla a las 4 de la tarde de aquel domingo de elecciones. A las cinco treinta minutos de la tarde se presentó don Erasmo, rival político del presidente de la casilla.

Don Jacinto le dijo: “La casilla se cerró porque ya votaron todos. Hasta el acta levantamos”. Sorprendido y molesto a la vez, don Erasmo replicó: “¿y yo también ya vote?”; “también usted”.

¿Y por quién voté?

Caramba, Erasmo, usted hasta pa´morir es cu. . .pe; irónicamente le contesta don Jacinto: ¿qué no sabe que el voto es libre y secreto?

[email protected]

Leer más de EDITORIAL

Escrito en: HISTORIA URBANA

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 1665577

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx