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Frecuente confusión en declaraciones políticas

ENFOQUE

RAÚL MUÑOZ DE LEÓN

En política debe tenerse sumo cuidado con el empleo de las palabras: qué se dice, cómo se dice, cuándo se dice, ante quién se dice. Al político profesional no le está permitido equivocarse; más aún si ese político es presidente de la República, gobernador del Estado, presidente municipal.

El pueblo exige de estos funcionarios el empleo de un lenguaje acertado, fino, objetivo, claro y directo. Teniendo como tienen facultades ejecutivas en sus respectivos ámbitos, están obligados a manejar un discurso transparente que refleje exactamente su pensamiento; que lo que dicen es realmente lo que querían decir.

Evitar las frases oscuras y los pasajes confusos; esta es la forma más eficaz de “llegarle” al pueblo; éste quiere que se le hable claro. La figura mental que la gente tiene del político es la de un tipo que habla mucho y no dice nada. Son muchos los aprendices o novatos de la política, y aún los profesionales de esta actividad que con frecuencia caen en el lenguaje “cantinflesco” que habla de manera “reborujada” y que sin terminar una frase pasa a otra que nada tiene que ver con la original.

Son de los que hablan y no quieren que se sepa lo que dicen. Y tratan de confundir a su interlocutor. Cuando una persona dialoga con otra u otras, hablando de “retahíla”, sin pausa, de manera tediosa, no falta alguien que lo escuche y le diga: “pareces político”

Tal parece que el propósito de este tipo de políticos es levantar un muro entre el emisor y el receptor, dificultando la comunicación. Lo cierto es que existe un buen número de profesionales de la política que carecen de los elementos idóneos para tener una expresión fluida, o no tienen los conocimientos necesarios que les den consistencia a sus declaraciones que frecuentemente hacen ante los medios de comunicación, especialmente los radiofónicos y los televisivos.

En las conferencias matutinas del presidente de la República, instauradas desde el inicio del sexenio y cuyo objetivo, según consideración de muchos, es establecer un vínculo entre gobierno y sociedad; mantener a ésta informada plena y oportunamente de las acciones que lleva a cabo el titular de la administración pública en aras de dar cumplimiento a los programas y compromisos adquiridos.

En estos eventos “mañaneros”, con mucha frecuencia y en forma nada disimulada, el presidente esquiva la pregunta y responde con un tema completamente ajeno al planteamiento del periodista que formuló la pregunta, elusión que afecta la comunicación y deja volando la postura oficial sobre determinado asunto que a la sociedad le gustaría conocer, circunstancia que destruye el objetivo de la conferencia y el ánimo presidencial queda lesionado.

Y luego, el presidente les da cancha a sus colaboradores, los “balconea” para que aclaren o resuman lo que él previamente expuso; y éstos, queriendo exhibirse para que la sociedad los “note” y tome en cuenta para futuras responsabilidades, en vez de aclarar el tema, lo complican, y peor aún, se han visto escenarios en los que el ejecutivo y el colaborador entran en penosa y ridícula contradicción, impidiendo de tal suerte que se dé el vínculo que quiere establecerse entre pueblo y gobierno.

La palabra nos ha sido dada para entendernos, no para confundirnos. Anótenlo y practíquenlo cuando hagan declaraciones públicas, señores de la política.

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