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Las aguas superficiales (II)

A la ciudadanía

GERARDO JIMÉNEZ GONZÁLEZ

En la colaboración anterior comentamos acerca del origen de las aguas superficiales y algunos antecedentes sobre la forma en que se distribuyeron socialmente en la Comarca Lagunera, las cuales se concesionaron en su totalidad para uso agrícola. También mencionamos que durante las tres últimas décadas en esta región se transfieren la mayor parte de las tierras y derechos y concesiones de agua ejidales al sector empresarial privado, fenómeno que ha sido estudiado por Jiménez (1996) y Fortis y Alhers (1999).

Este hecho recientemente tuvo una reacción entre aquellos ejidatarios agrupados en un frente por la Defensa del Agua y la Tierra, quienes se resisten a ser desplazados de sus actividades productivas agrícolas a través de una protesta social que demanda centralmente la recuperación de derechos de agua y el acceso a mayores volúmenes de agua superficial para aumentar su superficie de cultivo en el próximo ciclo agrícola.

Dicha protesta se dirige ante la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) como ente regulador de los derechos de agua superficial, pero también destaca el monopolio que sobre ellos tienen los empresarios y algunos liderazgos ejidales, particularmente aquellos que controlan la representación de las asociaciones de usuarios. Si bien los padrones de usuarios de cada módulo de riego mantienen gran parte de los listados originales, es ampliamente conocido que un porcentaje elevado de los mismos han sido transferidos a quienes actualmente los concentran y, por tanto, en realidad disponen de los volúmenes que cada año se liberan de las presas por los canales de riego.

Un estudio reciente elaborado por la Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro (UAAAN, 2012) para la CONAGUA, registró en ese año un total de 33,362 usuarios en los 17 módulos de riego del río Nazas, de los cuales 30,967 son ejidales y 2,393 privados, los cuales regaron 55,935 ha con 710.5 hm3. En términos generales, se identificó una superficie regada mayor a la programada con eficiencias diferenciadas.

Diferentes opiniones de expertos locales y de la propia CONAGUA, estiman que la eficiencia global en el manejo de aguas superficiales en el Distrito de Riego 017, en su conducción y distribución por las redes hidráulicas desde que sale de las presas hasta la aplicación en el riego de los cultivos, es menor al cincuenta por ciento. Sin embargo, también se cree que los volúmenes que se pierden por evaporación y filtración son menores al restante de ese porcentaje, lo que ha dado a suponer que hay volúmenes no registrados que son utilizados por algunos usuarios en sus predios.

Para los usuarios que están haciendo estos señalamientos como argumento de su inconformidad, desde que se transfirió el manejo de las redes hidráulicas a las asociaciones de usuarios los registros indican que la superficie de cultivo bajo riego superficial ha disminuido pero la lámina de riego ha aumentado. Tal suposición conduce a pensar que hay un tráfico de volúmenes de agua no registrado por la Conagua; ese excedente les ha sido comunicado por la Conagua a los usuarios inconformes con base a un estudio reciente que se elaboró con base a imágenes de satélite.

Tal parece que en las aguas superficiales también se realiza un uso irregular de los volúmenes que fluyen por los canales de riego, como sucede con los de las aguas subterráneas que son extraídas por encima de los volúmenes concesionados, situación que se fue gestando con el tiempo y en torno a los cuales se han creado intereses económicos que hoy es difícil destrabar para realizar un uso sostenible de los recursos hídricos en la región.

Tal situación preocupa si consideramos la vital importancia que tiene el agua para el desarrollo económico y la población de la Comarca Lagunera, misma que solo será posible resolver con la intervención gubernamental y la vigilancia ciudadana. Es sumamente compleja porque esos volúmenes ya se destinan a actividades productivas sobre las que incidiría cualquier esfuerzo de regularizar su uso.

Sin embargo, esto es ineludible y debe ser de manera concertada con los usuarios que concentran ambos tipos de agua, las subterráneas y las superficiales, ya que, por un lado, en las primeras enfrentamos el grave problema de sobreexplotación y contaminación que está derivando en una escasez para el abasto doméstico y en la afectación de la salud de la población que la ingiere involuntariamente, particularmente aquella contaminada con arsénico, y por el otro, se está considerando usar parte de los volúmenes de aguas superficiales dentro de las opciones para enfrentar las implicaciones sociales señaladas.

Finalmente, el sistema hidrológico de esta cuenca nos indica que el agua es la misma y que cualquier alternativa de solución debe enfocarse con esa visión, de ahí que cada vez más se fundamente la necesidad de proponer opciones que se aboquen a resolver la problemática hídrica atendiendo a las causas y no a los efectos, como parece ser la manera en que se enfoca la potabilizadora que se pretende construir.

Algunos consideramos que la sobreexplotación del acuífero principal debe enfrentarse reduciendo las extracciones ilegales de agua del subsuelo, que algunos volúmenes de agua superficial podrían destinarse a su recarga mediante la liberación de un caudal ecológico sobre el río Nazas u otra forma que le ayude a recuperarse para que cumpla con la función de ser la fuente segura de agua para la región en el presente y futuro. Asimismo, la regularización de los derechos de agua superficial podrá proveer mayores volúmenes a los usuarios que hoy los reclaman para mantener las actividades productivas en sus parcelas agrícolas.

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