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Libia y el gas del Mediterráneo, foco de tensión entre potencias (I)

GABRIEL MOYSSEN

La crisis entre Estados Unidos, Irán e Irak ha desviado la atención global de la guerra en Libia y las crecientes disputas en el Mediterráneo oriental, que tienen capacidad similar para detonar un conflicto armado que involucraría a varias potencias.

Fracaso del "cambio de régimen": la guerra civil libia de 8 años llega a Trípoli

La guerra civil en el país africano, donde el Gobierno del Acuerdo Nacional (GAN) reconocido por Naciones Unidas y dirigido por el primer ministro Fayez al-Sarraj está perdiendo frente al mariscal de campo Jalifa Haftar y su Ejército Nacional Libio (ENL), apoyado por Rusia, Francia, Arabia Saudita, Egipto y Emiratos Árabes Unidos (EAU), dio un importante giro el 27 de noviembre con la decisión de Turquía de intervenir en respaldo del primero, como una forma de consolidar sus reclamos territoriales en la cuenca este del Mediterráneo, rica en gas.

Mientras que Haftar, un antiguo oficial del régimen de Muammar Gaddafi con amplios contactos en Moscú y Washington, declaró una jihad (guerra santa) en respuesta a la acción turca, en Ankara el presidente Recep Tayyip Erdogan ha recurrido para su intervención a las mismas milicias que hace apenas meses escandalizaron al mundo, al destruir los sueños kurdos de independencia en el norte de Siria.

De acuerdo con Al-Monitor.com, Turquía ofrece al Ejército Nacional Sirio, un grupo de membrete entrenado y equipado por sus fuerzas armadas con la misión inicial de combatir al gobierno de Damasco, salarios de casi USD $3,000 (comparados con USD $50 mensuales en Siria) para sus miembros que acepten ir a Libia por tres meses al menos.

Más de 1,000 efectivos, incluyendo extremistas de la facción Hayat Tahrir al-Sham aliada al Estado Islámico y la Hermandad Musulmana, han arribado al país del norte africano, y unos 2,000 recibían adiestramiento en Turquía a principios de mes, lo que confirma la naturaleza mercenaria de dichas agrupaciones, llamadas en el pasado "rebeldes moderados" por Estados Unidos y los medios occidentales.

Ante la escalada de violencia -las tropas del ENL se acercan a Trípoli y Misrata-, el presidente ruso Vladimir Putin y Erdogan hicieron un llamado conjunto a una tregua. Sin embargo, Haftar dejó Moscú el lunes sin firmar el pacto de cese el fuego propuesto por ambos líderes, mientras que la delegación de Al-Sarraj rechazó cualquier reunión directa con el caudillo de 75 años.

Funcionarios turcos subrayaron que el balón ahora está en la cancha rusa, coincidiendo con reportes que explican que la decisión de Haftar de mantener la ofensiva, pese a la frágil tregua que entró en vigor el domingo, es resultado de su apuesta por una victoria militar definitiva, apoyada por EAU, Francia y posiblemente Estados Unidos, preocupado por la nueva posición del Kremlin como árbitro del poder en la región.

Por su parte, advirtió Erdogan, "si los ataques al gobierno legítimo y nuestros hermanos continúan, nunca nos abstendremos de darle una lección al golpista Haftar". Alarmada con la perspectiva de otra ola de refugiados y de Libia convirtiéndose en "la nueva Siria", Alemania será anfitriona de una cumbre el domingo con la presencia de Erdogan y sus pares de Francia, Rusia, Italia, EAU y Argelia.

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