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¿Y el rescate del campo lagunero?

Yo río libre

JULIO CÉSAR RAMÍREZ

El gran problema en el campo de La Laguna es que después de la reforma del artículo 27 constitucional en 1991, la mayoría de los ejidatarios vendió sus tierras y los derechos de agua; la propiedad volvió a ser privada y resurgió el latifundismo, terratenientes.

Tal cambio en la tenencia de tierra y agua ocasionó la proletarización del campo lagunero; pero no nada más proletarización en el sentido de que los antiguos dueños de las tierras, antiguos ejidatarios, ahora son jornaleros agrícolas, sino también que el campo lagunero ya no genera alimentos. Nada más hay un cultivo totalmente destinado a la industria lechera, a la ganadería; se siembra sólo forrajes: alfalfa, sorgo, maíces, avenas, según la temporada; y todo va a dar a la industria lechera, ganadera.

Esto representa, desde el punto de vista económico, que la riqueza social, lo que generaba la tierra, ahora está en pocas manos.

Y desde el punto de vista ecológico, es sobreexplotación de los mantos acuíferos. Ahora, a los que se les llama pequeños propietarios se les permite tener sus pozos de riego activos las veinticuatro horas del día, todo el año; cuando antes, a los productores sociales, a los campesinos, les permitían únicamente cierto volumen de agua, y era cumplido a rajatabla. Entonces, también hay un problema de tipo ecológico, de sustentabilidad, con la modificación al artículo 27 constitucional.

No nada más con la modificación, sino también con las condiciones que animaron a los campesinos a vender la tierra y los derechos de agua. Desde el argumento aquél de que iban a ser socios, que se podían asociar con desarrolladores; en el caso de La Laguna en la ciudad de Torreón.

Básicamente, donde han resistido más es en San Pedro de las Colonias, quizá porque el municipio está demasiado lejos de la zona metropolitana de La Laguna y esta ubicación representa menos presión para el costo de la tierra. O tal vez sea porque hay todavía un sentimiento cardenista de apropiación de la tierra. Por ejemplo, en el ejido El Retiro, las reglas son muy claras: no pueden venderle a gente que no sea del ejido, ni derechos de agua o tierras a pequeños propietarios ni a gente externa.

La situación del campo en La Laguna es de mucha necesidad. Un vistazo empírico a casi una treintena de comunidades refleja que prácticamente la mitad de los niños no está estudiando en este momento. Los niños van esporádicamente a las escuelas, cuando antes era al menos la primaria, la secundaria, de ley que se tuviera. Ahora, innumerables niños no están acudiendo a las escuelas.

Eso también implica que no hay dinero para la compra de libros, para la compra de nada. Ya no nada más se habla de proletarización sino de precarización total de las formas de vida del campo lagunero.

Para los avecindados o jornaleros agrícolas -que no tienen tierras pero trabajan y viven en el campo- los trabajos son muy mal pagados, momentáneos; un descuido del desarrollo social de parte de las autoridades.

En La Laguna hay presión sobre los restantes ejidatarios para la venta de tierras y de los derechos de aguas. Los que no venden tienen rentada la tierra a pequeños productores; y los que producen cultivan únicamente forrajes porque es lo que les compran; y esto porque en muchas ocasiones el pequeño propietario les presta para que puedan tener para los gastos de sembrar y cosechar, pero siempre y cuando le vendan a él la cosecha y siembren lo que él dice.

Por algo, también hace algunos años la ola de violencia que afectó a La Laguna pegó duro en las comunidades rurales, porque no había opción para trabajo, estudio ni entretenimiento.

Desde el 2018, Andrés Manuel López Obrador habla de reactivar o rescatar el campo lagunero pero sus palabras, tanto el 26 de abril en la Plaza Mayor de Torreón como el 28 de diciembre de ese mismo año en el Teatro Nazas, fueron muy generales. Ahí entusiasmó a la comarca al prometer un Plan de Desarrollo Integral para La Laguna. Y quedó pendiente.

En tanto, continúa el acaparamiento de tierras y la sobreexplotación del agua. Y aún que el artículo 27 constitucional fue reformado para que ya no hubiera reparto agrario, sigue diciendo que el latifundio está prohibido en México. Eso se debe respetar. Seguramente muchas de las llamadas pequeñas propiedades en La Laguna ya sobrepasan los niveles permitidos. Quien tenga más de ese tamaño comete una violación a la Constitución y no tiene derecho a recibir apoyos de la federación.

@kardenche

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