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Terrorismo

Diálogo

YAMIL DARWICH

Empezado el año 2020, renació el temor por la violencia en gran escala.

La muerte del General Qasem Soleimani, asesinado con un dron de tecnología avanzada, hace pensar en las consecuencias que generará su muerte; más aún, al atestiguar la respuesta airada de los pobladores de Irán, que se sienten gravemente agraviados por Donald Trump y el gobierno que representa.

Dimensiones posibles consecuencias de la decisión de Trump, tomada sin tomar en cuenta al Senado:

Soleimani, representaba al espíritu de lucha del Irán islámico; el militar contaba con antecedentes de grandes victorias y éxitos en actos terroristas; era considerado segundo en el poder entre sus conciudadanos.

Fue responsable de decenas de muertes de soldados norteamericanos y Trump satisfizo la revancha y sus intenciones de generar temor para negociar, -tal vez su reelección- plan que puede salirse de control, buscando opacar su juicio político.

Algún sector de la prensa internacional se ha atrevido a manifestar temor por la posibilidad del inicio de una tercera guerra mundial, quizá recordando el ambiente que existía, en 1914, cuando cayó asesinado el archiduque Francisco Fernando de Austria, heredero del Imperio austrohúngaro.

Vivimos otros tiempos, con distinta madurez y actuar de la humanidad; al menos eso espero.

Otros, analizan la incapacidad de respuesta armada por parte de los iraníes; olvidan que su práctica preferida no requiere de grandes ejércitos ni elevados presupuestos militares, máxime al tomar en cuenta el fanatismo religioso que poseen sus terroristas. La amenaza nuclear preocupa particularmente.

De EUA, se calcula tienen 600 toneladas el uranio y plutonio almacenado y existe la sospecha de que Irán posee tales elementos, lo que hace posible considerar una locura alimentada por el fanatismo; ahora amenazan abandonar el Tratado Nuclear. Aunque Trump padece desequilibrado emocional, contemos con la racionalidad de sus colaboradores.

Sin embargo, es preocupante saber que el tráfico ilegal de materiales radiactivos se ha incrementado en los últimos años, sabedores de que grupos terroristas -al menos 130 conocidos- han mostrado interés en adquirirlos; desde 1996, se han documentado 370 casos. La propaganda norteamericana ha buscado acusar a la mafia rusa -sin demostrarlo- del contrabando de uranio enriquecido.

Algunos conocedores piensan que el procedimiento para generar explosivos es fácil y que algunos iniciados podrían fabricar dispositivos de baja potencia, conocidos como "bombas sucias", utilizando elementos adquiridos en grandes ferreterías.

En esa supuesta respuesta salvaje, no descarte la posibilidad de ataques a plantas nucleares, entre las varias distribuidas en occidente, aunque estén altamente protegidas con placas de acero revestidas de cemento, no es imposible destruirlas, al menos agrietarlas, provocando muertes inocentes. Recuerde Chernobil o la planta eléctrica de Japón.

Un accidente nuclear provocaría una escena dantesca que, según describen: al estallar provocaría un incremento repentino de la temperatura con ráfagas de viento, duplicando la presión atmosférica, rompiendo cristales y una enorme bola de fuego que destruiría todo a su paso, dañando parcial y/o definitivamente en varios kilómetros de distancia. En el primer minuto se generaría un polvo electromagnético que averiaría todos los dispositivos electrónicos y la radiación iónica daría lugar a una fina lluvia de polvo radioactivo que contaminaría a cientos de kilómetros a la redonda.

La contaminación ambiental ocasionaría más muertes que la propia explosión.

Incalculable la pérdida de vidas y los daños materiales, además de la contaminación por decenas y hasta centenas de años. Aún hay consecuencias de enfermedad entre los japoneses que padecieron el bombardeo de Hiroshima y Nagasaki, ´minibombas´, comparadas con las actuales.

Recuerde los atentados de suicidas, cuando estallan dispositivos en medios urbanos, atacando instalaciones militares y civiles, buscando despertar temor que genere rebeldía ante las acciones militares de los gobiernos occidentales; por ejemplo: Londres en marzo y junio de 2017, Barcelona en agosto de 2017 o Estrasburgo en diciembre de 2018.

Habrá que considerar al terrorismo bioquímico; el sarin, gas nervioso sintetizado en Alemania en 1937, se utilizó en 1980 en la guerra Irán-Irak, generando funestas consecuencias y existen antecedentes de ataques, en varias ciudades europeas, con tales sustancias.

Otras formas maquiavélicas de hacer terrorismo son utilizando sustancias químicas aplicadas en objetos varios: el FBI, conoció el caso del científico Bruce E. Ivins, quien se suidido el 27 de julio del 2008, de quien se sospechó envió en el 2001, siete cartas contaminadas con esporas de ántrax maligno a medios de comunicación y legisladores, provocando 22 infecciones y cinco muertes.

En 2013, en la Casa Blanca, detectaron un sobre con sustancias venenosas, dirigido al presidente Obama y ese mismo año, una sustancia muy potente, quizá ricina, fue detectada en un sobre que no llegó hasta su destinatario, el senador republicano por Mississippi Roger Wicker.

Ante el temor de mostrarme catastrofista, preferí compartirle éste Diálogo, aportándole información y puntos de vista para normar criterio sobre decisiones y crisis provocadas por líderes mundiales inestables.

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