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LOS SIGNOS DE LA NAVIDAD

ARTURO MACÍAS PEDROZA

En esta Navidad resuena un texto del profeta Isaías: "El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz". ¿De qué pueblo habla? ¿De los Galileos dominados por los asirios hace 2700 años? ¿De los pastores que cuidaban sus rebaños en la noche de Belén? O de nosotros, ciudadanos de la esta Región, que con el país nos debatimos en un mar de problemáticas políticas, económicas y sociales?

Durante toda la historia, cada pueblo que ha afrontado la vida en medio de la incertidumbre, se reconoce en esas palabras del profeta Isaías: "El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz". En Navidad, millones de personas recuerdan que en el alumbramiento del un pequeño niño, nosotros hemos reconocido esta gran luz. "María dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada".

Cada año nacen millones de niños. ¿Por qué acordarnos particularmente del nacimiento, de Jesús, hijo de María y José? Los Ángeles, los mensajeros de Dios, son quienes nos dan el sentido, la clave de este nacimiento: "…No teman, pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es el Cristo Señor" (Lc. 2, 10-11). Para comprender que este nacimiento es una buena noticia que trae gran alegría para nosotros, hay que contemplar extasiados ese nacimiento que hemos instalado en tantos lugares públicos y privados y que nos recuerda la noche de Belén. Sabemos que este niño es el que ha marchado por los caminos de Galilea anunciando la buena nueva; el que ha curado enfermos y alimentado las multitudes; el que fue arrestado, juzgado y muerto sobre la cruz; el que ha resucitado; el Emmanuel, el Dios-con-nosotros.

El puñado de personas que escucharon a Jesús en los caminos de Palestina, se han convertido ahora en multitudes inmensas que, de generación en generación, han conocido su mensaje. Multitudes que han encontrado en él la Palabra de vida y la ayuda para dar sentido a la suya. Nadie puede entender la Navidad si no abre sus ojos, su corazón y su inteligencia al mensaje total de Jesús y no sólo a su nacimiento.

Contemplemos el pesebre. ¿Para qué sirve un pesebre sino para dar de comer? En este pesebre se me manifiesta como el pan de la vida que se da a nosotros para saciar nuestra hambre de justicia y de paz que tanto anhelamos en nuestro suelo lagunero; pan que se nos da para que cada uno tenga en él la fuerza de un amor por compartir , "Yo soy el pan de vida; el que viene a mí ya no tendrá hambre…" (Jn. 6,35).

Contemplemos también las luces. "En él estaba la vida, y la vida era a luz de los hombres", dirá el prólogo del Evangelio de Juan; "la luz resplandece en la oscuridad y la oscuridad no pudo sofocarla". En Navidad no faltan las luces que pueden representar la "lucidez", la luz de la esperanza, la luz de la fraternidad, y nos recuerdan que, aunque nuestro mundo está en crisis financiera, económica, social, ecológica… la "lucidez" nos debe iluminar para saber ver la verdad en medio de las tinieblas del error, del engaño, de la manipulación de las ideologías, para descubrir las causas e intereses que se esconden en la "sin razón" del consumo de los recursos del planeta, del aumento de las desigualdades entre continentes y dentro de nuestro país; Lucidez para captar las trampas de argumentaciones de medias verdades y mentiras de moda; La luz de Navidad reanima la esperanza y cuestiona directamente nuestras maneras de actuar en el mundo, invitándonos a una vida nueva.

La fraternidad es también un signo de la Navidad. Nuestra sociedad está globalmente enferma por reducir las relaciones humanas a intercambios comerciales. La ambición desmedida que nos introduce en una loca carrera en búsqueda de ganancias, ha creado distancias entre las finanzas y la economía, entre el capital y el trabajo, entre los hiperactivos y los desempleados; por tanto, la interdependencia en nuestro mundo globalizado nos obliga de hecho a solidaridades concretas a corto y a largo plazo.

Sepamos escuchar a aquellos y a aquellas que nos invitan a festejar la "Navidad de manera diferente". Con ellos, elijamos la paz hacia nuestra Comarca Lagunera y hacia todos aquellos que la poblamos. Celebremos todos juntos a Aquel que ha venido a nuestro encuentro, que es el Emmanuel, el Dios-con-nosotros. Feliz Navidad en la lucidez, la esperanza y la fraternidad.

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