En familia trabajan y conviven boleando el calzado de cientos de familias de la región lagunera. (VIRGINIA HERNÁNDEZ)
Patricia Mendoza Castro siente el frío por todos lados pese a traer varios empalmes de ropa y unos tenis. Es una madre de familia de la colonia Plan de Ayala y se pone en el sol para ver si sus débiles rayos logran calentar un poco sus manos, cara y espalda. El helado viento se siente a más no poder en donde trabaja.
La familia Álvarez Mendoza se dedica a bolear calzado en la avenida Matamoros y calle Jiménez, en pleno Centro de la ciudad.
Patricia enfrenta diariamente un frío invierno ya que junto a su esposo, hijo y padre, trabajan en este oficio desde hace más de 20 años.
Sin quejarse, todos unidos resisten la inclemencia del frío y viento en la avenida, ya que no hay pared o techo que los cubra cuando atienden a sus clientes.
Luego de pintar unos zapatitos color rojo para una niña, Patricia relató que todos los días trabajan en esa esquina, dándole lustre al calzado de muchas familias.
Su hijo de ocho años va a la escuela en la tarde, a pocos pasos de ahí. Por las mañanas ayuda a su papá a bolear el calzado de un cliente que recién llegó en ese momento.
Su nombre es José Ricardo, a quien apenas se le puede ver su rostro ya que trae una bufanda azul marino que le cubre gran parte de la cara.
Contó que diariamente lustran el calzado de sus clientes desde las 8 de la mañana a las 7 de la tarde.
Anteriormente estaban cerca de la Plazuela pero con la remodelación fueron reubicados a pocas cuadras de ahí, aún así sus clientes los siguen buscando para realizar el trabajo.
A pesar de que hay algo de sol en el ambiente, andan bien abrigados. Si tienen algo de trabajo, el frío se les quita en el momento, pero si no, están entumidos por el viento helado.
La familia lleva seis años trabajando en este noble oficio. Patricia destacó que tiene 25 años de casada con su esposo Ricardo Álvarez, quien se dedica a esto desde pequeño porque no le gustaba estudiar. El negocio se llama el "Pollo bolero y el suegro".
Indicó que su papá anteriormente se dedicaba a la albañilería, pero que a raíz que no tenía empleo su esposo lo invitó a trabajar con él y aprendió muy bien el oficio. Diariamente almuerzan y comen en esa esquina, por lo que cuando hace frío intenso, lo resienten todos.
"Venimos bien abrigados por el frío y nos ponemos en el sol para que nos dé algo de calorcito".
Cuando terminan se van a su casa para cenar y tomarse un café bien caliente para evitar el frío, sin embargo, confesó que su vivienda no tiene vidrios en la ventana y puerta, por lo que le ponen unos plásticos para evitar que el viento congele su hogar.
Deseó a los laguneros una feliz Navidad con sus familiares y amigos y que disfruten la compañía que tienen.
