Los fieles atraviesan el Paso de Cortés, rodean el Popocatépetl y el Iztaccíhuatl. (AGENCIAS)
El calzado se llena de tierra, lodo y agua; el clima oscila desde los cero grados por la noche hasta un sol seco que quema hacia el mediodía.
Hace hambre, frío y están cansados por los casi 130 kilómetros que los peregrinos provenientes de ciudades poblanas, como la capital, Cholula y Atlixco caminan para ver a la Virgen del Tepeyac.
Los fieles atraviesan el Paso de Cortés, rodean el Popocatépetl y el Iztaccíhuatl.
Van por carreteras y montes, duermen en iglesias o parques, todo por la Virgen. En su ruta pasan pueblos, cerros, veredas confusas y llanuras donde no hay nada que cubra el Sol. A veces tienen que dormir en el suelo.
La gente de los pueblos les ofrece comida y agua para paliar un poco el cansancio de las horas de caminata.
No van solos, la mayoría carga figuras, cuadros y lienzos con la imagen de la virgen, pueden ser pequeñas, pero hay quien lleva estatuas que exceden su estatura.
También, en los últimos años, deben cuidarse de la inseguridad, pues algunos grupos han sufridos asaltos durante el camino.
